"Edificándoos sobre vuestra santísima fe,
orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la
misericordia de nuestro Señor Jesucristo" (Judas 20,21).
QUINTA EDICIÓN, Duodécima Reimpresión Abril, 2014
1
Con cánticos, Señor,
Mi corazón y voz
Adoran con fervor
A ti, bendito Dios.
Por tu virtud y tu saber,
Tu amor, tu gracia y poder.
Innumerables son
Tus bienes, y sin par,
Que por tu compasión
Recibo sin cesar;
Mas es, oh Dios, mi Salvador,
Tu Hijo amado, el don mejor.
Tú eres, oh Señor,
Mi sumo, todo bien:
¡Mil lenguas tu amor
Cantando siempre estén!
En tu mansión yo te veré
Y galardón feliz tendré.
2
Sólo a ti, Dios y Señor, — adoramos,
Y la gloria y el honor — tributamos;
Sólo a Cristo, nuestra luz, — acudimos
Y tan sólo por su cruz — te pedimos.
Un Espíritu, no más, — nos gobierna,
Y con él, Señor, nos das — paz eterna.
Él es fuego celestial — cuya llama,
En amor espiritual — nos inflama.
Disfrutamos tu favor — excelente;
Por Jesús, por su amor — permanente;
Sólo él nos libertó — de la muerte,
Sólo él se declaró — nuestro Fuerte.
Sólo tú, oh Creador, — Dios eterno,
Nos libraste del furor — del infierno;
Y por esto con placer — proclamamos,
Que tan sólo en tu poder — confiamos.
3
¡A Dios adorad! ¡Mortales cantad!
Su nombre glorioso con himnos load;
Potente es su diestra, inmenso su amor,
Su luz, esplendente, divino fulgor.
¡A Dios adorad! ¡Sus hechos cantad!
Su trono fundado en juicio y verdad;
Los cielos, el campo, el aire y el mar;
Denuncian la gloria del gran Jehová.
¡A Dios adorad! Su fidelidad
Es base segura por la eternidad.
Defensa y escudo es nuestro Creador,
Amigo que imparte su gracia y favor.
¡A Dios adorad! ¡Su nombre ensalzad!
¡Oh cielos y tierra, su gloria cantad!
Rendid hoy, humildes, un culto veraz
A Aquel que nos brinda su gracia y paz.
4
Por esta creación,
Su gloria y perfección,
A Dios hoy ensalzad.
Por todo en nuestro ser
Que muestra su poder,
A Dios hoy ensalzad.
Por lluvia, viento y sol;
Tormenta y arrebol,
A Dios hoy ensalzad.
Por vida y por vigor,
Por muestras de su amor,
A Dios hoy ensalzad.
Por prueba y tentación,
Por triunfo y salvación,
A Dios hoy ensalzad.
Por fe, esperanza, amor
Y todo rico don,
A Dios hoy ensalzad.
5
A Dios, supremo en su poder, A Dios, excelso en su saber, A Dios, de todos el Señor, Rindamos siempre el honor. Al Rey eterno de bondad Que reina en juicio y verdad; Al Dios de gracia y amor, Traigamos gloria y loor. A Dios, la roca de salud, Mostremos nuestra gratitud Deseando siempre ofrecer, En sacrificio, nuestro ser. Que salga ya del corazón La voz de alegre adoración. En himnos su loor cantad, Y su alabanza proclamad. Se deja por el cielo oír, Y por los siglos repetir, De cómo Dios nos rescató, Y pródigos nos recibió.
6
Load al Señor quien forma os dio,
Oh seres de luz, cantad su virtud;
Y cielos y tierra mostrad su saber
A hombres que niegan su amor y poder.
Su gracia y bondad, cristianos, cantad,
Sois hijos de Dios, su nueva creación;
Por gracia llamados: mostrad su favor.
Con sangre comprados: hablad de su amor.
Al Rey eternal loor tributad;
Gozad su perdón, vivid en su amor.
Por cielos y tierra, salud y vigor,
Por vida eterna, load al Señor.
7
A nuestro Padre Dios
Demos en alta voz: ¡Gloria a él!
Pues tanto nos amó que a su Hijo envió
Y vida en él nos dio: ¡Gloria a él!
A nuestro Salvador
Rindamos hoy loor: ¡Gloria a él!
Su sangre derramó, con ella nos lavó,
El cielo nos abrió: ¡Gloria a él!
Por el Espíritu
Que el Padre nos mandó, cantad a Dios.
Con celestial fulgor nos muestra el amor
De Cristo el Salvador: ¡Gloria a él!
Con gozo y con amor
Cantemos con fervor al trino Dios.
Mora en la eternidad la santa Trinidad;
Sí, por siempre alabad al trino Dios.
8
¡Santo, santo, santo! Señor omnipotente,
Siempre el labio mío loores te dará;
¡Santo, santo, santo! te adoro reverente:
Dios en tres personas, bendita Trinidad.
¡Santo, santo, santo!, en numeroso coro,
Fieles escogidos adoran con fervor,
De alegría llenos; y sus coronas de oro
Rinden ante el trono glorioso del Señor.
¡Santo, santo, santo!, la inmensa muchedumbre
De ángeles que cumplen tu santa voluntad,
Ante ti se postra, bañada en tu lumbre,
Ante ti que has sido, que eres y serás.
¡Santo, santo, santo!, la gloria de tu nombre
Vemos en tus obras en cielo, tierra y mar.
¡Santo, santo, santo!, te adore todo hombre;
Dios en tres personas, bendita Trinidad.
9
A ti, eterno Dios,
Alzamos nuestra voz en fiel loor.
Tu mano nos formó, tu voz la vida dio,
Tu amor nos proveyó un Salvador.
Verbo de Dios, Jesús,
Nuestro camino y luz, vida y verdad:
Tu gracia nos llamó, tu sangre nos lavó,
Y tu virtud nos dio seguridad.
Santo Consolador,
Guía y protector, del cielo don.
Por ti tenemos fe, por ti a Dios se ve,
Por ti sabemos de nuestro perdón.
Oh santo y trino Dios,
Te trae nuestra voz prez y loor.
Por tu inefable don, tu paz y tu perdón,
Tu santa comunión: ¡Gracias, Señor!
10
Gloria a Dios porque su gracia
En nosotros abundó,
Y su fiel misericordia
En nosotros se mostró.
Gloria a Dios porque no mira
Nuestra vieja iniquidad,
Mas bondoso nos reviste
De justicia y santidad.
Gloria a Dios a quien complace
Recibir nuestra oración,
Nuestros cantos de alabanza,
Nuestra pura adoración.
Gloria a Dios que aquí nos une
En perfecta y dulce paz,
Por su diestra protegidos,
Alumbrados por su faz.
Gloria a Dios que en abundancia
Bendiciones hoy nos da:
Y si esto es en la tierra,
En los cielos, ¿qué será?
11
Alma mía, a Dios bendice,
No olvides su bondad;
Él perdona, él te sana,
Él tu vida rescató.
¡Oh bendice, — alma mía, a tu Dios!
Grande es su misericordia,
Su clemencia y su amor;
Él aleja tus pecados,
No zahiere al bendecir.
¡Gloria sea, — gloria sea a nuestro Dios!
Padre amante en él encuentro,
Mi flaqueza sabe él;
Es su gracia inmutable,
Y su juicio es verdad.
¡Aleluya! — ¡Alabado sea Dios!
Ángeles que veis su rostro,
Vos, que hacéis su voluntad;
Sol y luna, cielo y tierra,
La entera creación:
¡Alabadle, — con nosotros bendecid!
12
Ser infinito, Dios bondadoso,
Quieras gustoso oír la canción
Que te elevamos en este día
Con alegría de corazón.
¡Somos tus hijos, te adoramos
Y al par te amamos, oh Redentor!
Dámoste gracias por la existencia,
Tu providencia y la salud,
Y por habernos ya rescatado
Del vil pecado, tu Hijo en la cruz.
También te damos justa alabanza
Por la esperanza de un porvenir
De vida eterna tras ese cielo,
Donde no hay duelo ni más morir.
¡Cuán grande eres! Oh Dios bendito.
¡Cuán infinito! Dios eternal.
¡Cuánto amor tienes por tu criatura!
Amor que dura y es sin igual.
13
¡Tú, cuán fiel eres, oh Padre y Dios mío!
En ti no hay sombra de cambio jamás;
El mismo tú eres ayer, hoy, mañana,
Y lo que has sido tú siempre serás.
¡Cuán grande es tu merced!
¡Cuán grande es tu merced!
Que cada día contemplo en ti;
Pues mi necesidad toda has suplido,
¡Cuán grande es tu merced, Dios, hacia mí!
La primavera, el verano e invierno.
También los cielos, con su inmensidad,
Hablan con toda la naturaleza
De tu merced y tu fidelidad.
Ya mis pecados me has perdonado;
Con tu presencia me guías en paz;
Fuerza hoy tendré y esperanza mañana:
Tus bendiciones, sin cuenta me das.
14
¡Precioso nombre de Jesús
Y digno de loor!
Al que sufrió la dura cruz:
¡Dad glorias, honras, loores,
Loores al Señor!
¡Que todo corazón y voz
Proclame el gran amor
Que por la cruz nos lleva a Dios!
¡Dad glorias, honras, loores,
Loores al Señor!
Oh ángeles morando en luz,
Del trono alrededor,
Al santo nombre de Jesús,
¡Dad glorias, honras, loores,
Loores al Señor!
De toda nuestra salvación
Jesús es el autor;
Con renovada y gran canción:
¡Dad glorias, honras, loores,
Loores al Señor!
15
A Cristo coronad cual sabio Creador;
De eternidad a eternidad, es Rey y es Señor.
Él al mortal formó e hízole vivir;
Él con su sangre rescató un pueblo para sí.
A Cristo coronad, divino Salvador;
Sentado en alta majestad es digno de loor.
Potente Rey de paz el triunfo consumó,
Y por su muerte de dolor su gran amor mostró.
A Cristo coronad, Señor de vida y luz;
Con alabanzas proclamad los triunfos de la cruz.
A él, pues, adorad, Señor de salvación;
Loor eterno tributad de todo corazón.
16
Venid, nuestras voces, alegres unamos
Al coro celeste del trono alredor;
Sus voces se cuentan por miles de miles,
Mas todas se inflaman en un mismo amor.
Es digno el Cordero que ha muerto, proclaman,
De estar exaltado en los cielos así.
Es digno el Cordero, decimos nosotros,
Pues él por nosotros su vida dio aquí.
A ti que eres digno, se den en los cielos
Poderes divinos y gloria y honor;
Y más bendiciones que darte podremos,
Por siempre a tu trono se eleven, Señor.
El nombre sagrado del Dios de los cielos
A una bendiga la gran creación,
Y lleve al Cordero, sentado en el trono,
El dulce tributo de su adoración.
17
Al Señor Jesús loemos
Porque tanto le debemos:
Lo que somos y tenemos
Sólo es nuestro en él.
Es Jesús su nombre amado,
A su pueblo ha salvado;
Es el triunfo alcanzado
Por su gran poder.
¡Oh!, confiad en este amigo:
Nos liberta del peligro,
Nos es hoy un fuerte abrigo
Y hasta el fin será.
Cumplirase nuestro anhelo
En el día en que, sin velo,
Contemplemos en el cielo
Al Señor Jesús.
18
Loor al inmortal e invisible Rey,
Loor al soberano Dios y Señor.
Traed regias coronas a Emanuel,
Santo homenaje traed hoy al Salvador.
Digno, digno es el Cordero celestial,
Cielo y tierra, todos tributen loor,
Coronadle con señorío universal:
¡Gloria al invicto Cordero:
A Cristo el Redentor!
Al que reina por siempre do alumbra el sol,
Cuya diestra a los mundos potencia da,
Fuente eterna de dicha y de gran bendición,
Rindan los hombres, unánimes, fiel cantar.
Coronad al que es Príncipe y fiel Pastor,
Al que adora ferviente la cristiandad;
Santos, ángeles, hoy rindan prez y loor,
Himnos y hosannas a Cristo el Señor cantad.
19
Cantaré a Jesús, de mi alma Rey,
Al Rey de gloria ensalzaré;
Trajo al mundo paz, y al mortal buena voluntad:
Alegres nuevas doquiera proclamad.
Si soy feliz es por Cristo,
Pues él ya mi alma salvó;
Yo soy por él redimido,
Su sangre me rescató.
Gloria hoy canto a Cristo,
Gloria a mi Redentor;
Gloria y honra al invicto,
De muerte y tumba el vencedor.
En la cruz del Calvario por mí sufrió,
Así la amarga copa bebió;
Y al expirar, el sol de luto se cubrió;
Mas vencedor el Señor resucitó.
Ascendió a la gloria mi Rey, Señor,
Por mí intercede con tierno amor;
Pronto volverá con sus santos para reinar:
Dicha indecible será con él morar.
20
Acepta, buen Pastor y Rey,
Las alabanzas de tu grey:
Acepta su ferviente amor
Por tu corona de honor.
Recibe nuestra devoción,
Continua dulce comunión
Con el que en la cruz murió,
Y por su muerte nos salvó.
Cual fiel Pastor nos guiarás,
Y con tu mano sostendrás.
Te damos, pues, de corazón,
La más sincera adoración.
21
Venid, hermanos, celebrad
Las glorias y la dignidad
De Cristo el Salvador;
Pues él en todo es sin igual,
Y con el coro celestial,
Debemos darle loor.
¡Qué sangre tan preciosa dio,
Cuando él del juicio rescató
Al pobre pecador!
Y, ¡oh qué grande perfección
Hoy cubre a los que salvos son
Por él, en su favor!
Veremos pronto al Salvador,
Pues volverá con esplendor
Su iglesia a transportar:
Entonces, por la eternidad,
Celebraremos su bondad
Con gozo sin cesar.
22
¡Loor a ti, mi Dios, loor a ti!
Ya sé cuán grande es tu amor por mí:
Me diste un Salvador, Cristo Jesús,
¡Loor a ti, Señor, loor a ti!
Cristo el Salvador, vino de ti.
Él dio su vida en la cruz por mí;
Su sangre derramó, por mí sufrió.
¡Loor a ti, Señor, loor a ti!
Hazme vivir, Señor, cerca de ti,
La deuda de tu amor la siento en mí;
Te entrego a ti mi ser, mi corazón.
¡Loor a ti, Señor, loor a ti!
23
¡Abba, Padre!, te adoramos
En el nombre de Jesús;
Dios y Padre te llamamos,
Hechos hijos de la luz.
De la pena libertados
Por la sangre del Señor,
Y por él reconciliados,
Disfrutamos de tu amor.
Pródigos un tiempo fuimos
Y alejados del hogar;
De tu gran amor oímos:
Nos quisiste rescatar.
Por Jesús nos perdonaste,
Allegándonos a ti,
Y con Cristo nos sentaste
En tu comunión aquí.
Por tu mano revestidos
Del ropaje de salud;
En tu casa recogidos
Por tu gran solicitud.
Redimidos y lavados,
Por la sangre de Jesús;
¡Padre!, hoy te alabamos
Hechos hijos de la luz.
24
Dad a Dios inmortal alabanza;
Su merced, su verdad nos inunda,
Es su gracia en prodigios fecunda,
Sus mercedes, humildes, cantad.
Al Señor de señores dad gloria;
Rey de reyes, poder sin segundo;
Morirán los señores del mundo,
Mas su reino no acaba jamás.
Las naciones vio en vicios sumidas
Y sintió compasión en su seno:
De prodigios de gracia está lleno,
Sus mercedes, humildes, cantad.
A su pueblo llevó por la mano
A la tierra por él prometida:
Por los siglos sin fin le da vida,
Y el pecado y la muerte caerán.
A su Hijo envió por salvarnos
Del pecado y la muerte inherente:
De prodigios de gracia es torrente,
Sus mercedes, humildes, cantad.
Por el mundo su mano nos lleva,
Y al celeste descanso nos guía,
Su bondad vivirá eterno día,
Cuando el mundo no exista ya más.
25
Bendito sea Dios:
Su Hijo dio por nuestra salvación,
El don de Dios, su inefable don:
Bendito sea Dios.
Tal era su amor,
Que al perdido mundo le envió;
Excelso amor, su amado Hijo dio,
Tal era su amor.
¿Qué más nos puede dar?
El rico Dios, del cielo, lo mejor
Ha dado ya, inmenso su valor.
¿Qué más nos puede dar?
¿Quién nos condenará?
Si ya la pena por la cruz quitó,
Si Jehová la víctima halló,
¿Quién nos condenará?
Dios nos justificó.
Y, ¿quién a su iglesia acusará
Si Cristo cual intercesor está?
Dios nos justificó.
Dios la victoria da
Por medio de Jesús el Salvador:
De muerte y tumba él es vencedor.
Dios la victoria da.
26
¡Digno, digno, digno! Señor Jesús, tú eres.
Cuando el Padre busca a quién poder enviar,
Tú viniste al mundo y, en la cruz muriendo,
La obra redentora pudiste consumar.
¡Digno, digno, digno! Te vemos coronado,
Pero no de espinas del mundo pecador;
Nos regocijamos, pues tú nos redimiste,
Tuya es la corona de gloria y honor.
¡Digno, digno, digno! Se oirá ante tu trono
,
Donde sus coronas los fieles rendirán;
Te darán la gloria, la honra y la potencia:
Cual Creador supremo su voz te ensalzará.
¡Digno, digno, digno! Un cántico celeste
Alzará tu iglesia, cantando a una voz:
Inmolado fuiste y nos has redimido
De los pueblos todos y lenguas para Dios.
Digno en tu persona, digno en tus obras:
La creación del mundo y nuestra redención.
Digno, siempre digno, aquí te tributamos
Nuestras gratitudes, de todo corazón.
27
Santo Cordero, en cruz clavado
Mueres cargado con mi maldad.
Amor excelso, mis penas pagas,
Y por tus llagas salud me das.
Por mis pecados sé que has sufrido,
Y que te ha herido mi rebelión;
Del Dios eterno, desamparado
Por mi pecado, fuiste, Señor.
Santo Cordero, hoy ensalzado
Y coronado de gloria y luz;
Digno tú eres de toda gloria
Por tu victoria, Señor Jesús.
28
Señor Jesús, tomaste mi lugar
Cual víctima ligada sobre altar;
Su fuego conseguiste apagar,
Señor, por mí, por mí.
Tu sangre es, oh Cristo, mi virtud,
Tu muerte de justicia es mi salud;
Pecado hecho, a mi similitud,
Señor, por mí, por mí.
Tal como fuiste, eres hoy, Señor,
Pues inmutable es tu divino amor;
En gloria vives como Salvador,
Señor, por mí, por mí.
Confío en tu probada caridad,
Sé mi refugio en la tempestad;
Enséñame a gozar tu amistad,
Señor, a mí, a mí.
29
Cristo Jesús vino para morir;
Por el pecado la pena sufrir;
— ¡Cuán admirable que quiso venir
Hasta por mí, — por mí!
Sí, mi peligro de lejos miró;
Lleno de amor a venir se ofreció;
— Para salvarme del cielo bajó:
¡Vino por mí, — por mí!
Cristo mostraba de Dios el amor
Cuando murió por el vil pecador:
— Por mis pecados sufrió con dolor,
¡En vez de mí, — de mí!
Pronto en el cielo su faz miraré;
Su comunión y su amor gozaré;
— En su presencia también cantaré;
¡Vino por mí, — por mí!
30
De hombres despreciado y desechado fue;
Varón, él, de dolores, quebrantos conoció.
Por nos menospreciado, dejado en soledad;
Pensamos que abatido y herido fue por Dios.
Mas, por pecados nuestros, de cierto él sufrió;
Por nuestras rebeliones, de cierto herido fue.
Llevó él nuestros males, molido fue por nos;
Salud hay por su llaga, por su castigo, paz.
Y, aunque angustiado, su boca no abrió:
Llevado cual cordero al matadero fue.
En él no hubo engaño, no hizo él maldad.
Dios quiso quebrantarlo: sufrió por nuestro mal.
Y cuando hubiere puesto su vida en expiación,
Ganado habrá linaje, verá prosperidad.
Por su conocimiento justicia ha de otorgar;
Verá, y de su trabajo, saciado quedará.
¡Oh gloria, gloria eterna, bendito Salvador!
Por tu amor inmenso que dionos salvación.
Hacernos has tu esposa ganada por tu cruz;
¡Jamás te olvidaremos, Señor Jesús, jamás!
31
Hasta el Calvario, el Señor Jesús
Llegó por mí, llegó por ti;
Para que lleguemos, salvos por su cruz,
A verle en gloria allí.
32
Tu sangre y tu justicia son
Mi gloria, oh Cristo, y mi virtud.
Vestido de ellas alzaré
Mi rostro ante el acusador.
Mi manto de justicia, es
Sin mancha y sin vejación,
Su gloria nunca mudará,
Aun cuando al polvo baje yo.
Y a muerte y tumba un día vencer,
Y junto a Cristo hallar lugar,
Mi gloria allí también será:
Moriste tú, Jesús, por mí.
Confiado ante Dios iré,
Pues, ¿quién será mi acusador
Cuando tu sangre absuelto ha
Mi alma de condenación?
Oh, ven Señor, sí, pronto ven;
Deseo vestir tu perfección.
¡Glorioso día, aquel será,
Pues te veré, mi Redentor!
33
De gracia y merced soy deudor,
Tu pacto eternal cantaré;
Vestido en justicia, Señor,
Mi ser en ofrenda daré.
Tu ley muestra mi imperfección,
Mas esto tu gracia cubrió;
Mi culpa y mi transgresión,
Tu sangre y tu cruz ya borró.
Mi nombre en tu mano, Señor,
Seguro por siempre estará;
Guardado así, en tu amor,
¿Qué mal destruirlo podrá?
Por más que infundirme temor
Quisiere el infierno y Satán,
Cambiar tu promesa, tu amor,
Quitarme de ti... ¡no podrán!
Que vives yo sé, Salvador,
Y en gloria preparas lugar.
¡Mis ojos verán tu esplendor,
Contigo yo he de morar!
Mi gozo completo será,
Mi ser vestirá incorrupción,
Y en mi alma escrito estará:
¡A ti debo mi redención!
34
Salud hay para mí; ya pierdo mi temor
Al contemplar por fe a Cristo el Redentor;
Jesús la raza humana amó,
Y por salvarla él murió.
Las llagas de Jesús, ¡cuán elocuentes son!
Expían mi maldad, me hablan de perdón;
Y mi rescate leo allí:
Sé que murió Jesús por mí.
Reconciliado soy, la voz de Dios oí,
Cual hijo de su amor, llamándome hacia sí.
Su Espíritu mi Dios me dio,
Y sé por él, que me aceptó.
35
Cristo, al contemplarte sobre la cruz morir
Y por mis pecados la maldición sufrir,
Muéveme tu gracia a la adoración
Y a seguirte siempre con fiel devoción.
Veo tus heridas, pienso en tu dolor,
Miro, anonadado, cuán grande fue tu amor;
Y mi ser pregunta: ¿Qué podré yo dar
Al que en un madero muere en mi lugar?
Sé que tú llevaste toda mi maldición,
Y que así lograste mi justificación.
Soy por eso tuyo por la eternidad;
Tuyo es mi cuerpo y mi voluntad.
36
¡Gloria a ti, Señor Jesús,
Por tu obra en la cruz
Que me trae salud y luz! – ¡Aleluya!
Sangre diste tú por mí,
Aunque yo rebelde fui;
Salvo soy por fe en ti: – ¡Aleluya!
De la muerte vencedor,
Del infierno triunfador
Te aclamo, Redentor: – ¡Aleluya!
Hoy en gloria celestial
Compadeces al mortal;
Das la vida eternal: – ¡Aleluya!
37
¡Cuán dulce el nombre de Jesús
Es para aquel que cree!
Sus penas calma y su sufrir;
Ahuyenta su temor.
Al quebrantado es salud,
Al preocupado paz,
Es al hambriento cual maná,
Descanso al corazón.
Yo hallo en él seguridad,
Mi escudo y protección,
Tesoro insondable es
De gracia y amor.
Pastor y Amigo es Jesús,
Mi Salvador y Rey,
Camino, Vida y Verdad:
Es digno de loor.
Recibe hoy mi adoración,
Mi amor y gratitud:
Tu nombre, Dios, ensalzaré
Hoy y en la eternidad.
38
Tu nombre, Cristo, es sin igual:
Es nombre dulce, triunfal;
Es bálsamo de todo mal
Tu nombre: JESUCRISTO.
¡Cristo!, muerto en dura cruz,
¡Cristo!, vivo en santa luz,
¡Cristo, Salvador Jesús!
El nombre incomparable.
Queremos este nombre oír,
Tal nombre siempre repetir,
Y con loores bendecir
El nombre: JESUCRISTO.
No puede nuestra voz cantar,
Ni nuestro corazón sondear
La gracia divinal, sin par,
Del nombre: JESUCRISTO.
39
Cuán dulce es pensar
En ti, mi Salvador:
Tu vida diste en mi lugar,
Ofrenda en suave olor.
Sólo en ti, sólo en ti,
Es mi deseo en ti pensar,
Mi buen Salvador, en ti.
Cuando en el mundo acá
Anhela mi alma solaz,
Recuerdo cómo escrito está:
Guardarás en completa paz.
Sólo en ti, sólo en ti,
Mi pensamiento en ti será:
Y sólo, mi Dios, en ti.
Y dulce es saber
Que siempre tengo en ti
Amigo fiel de gran poder:
Jehová pensará en mí.
Tengo en ti, tengo en ti,
Quien de mi alma recordará,
Y sólo lo tengo en ti.
40
Dulces momentos consoladores
Son los que paso junto a la cruz,
Donde, sufriendo crueles dolores,
Miro al Cordero, Cristo Jesús.
Veo sus brazos de amor abiertos,
Que me convidan llegar a él;
Haciendo suyos mis desaciertos,
Por mí, sus labios, gustan la hiel.
De sus heridas, la viva fuente
De pura sangre veo manar;
La cual limpiando mi impura frente
La infame culpa logra borrar.
Miro su angustia ya terminada,
Hecha la ofrenda de mi expiación;
Su noble frente, ya inclinada,
Y consumada mi redención.
¡Dulces momentos, ricos en dones,
De paz y gracia, de vida y luz!
Sólo hay consuelos y bendiciones
Cerca de Cristo, junto a la cruz.
41
A tu palabra, mi Señor,
Humilde vengo aquí,
Y en esta fiesta, con amor,
Memoria haré de ti.
Indigno soy de tal lugar,
Pues siempre malo fui;
Mas tú viniste a rescatar
Y a libertarme a mí.
Perdido antes me encontré,
Mas hoy ya salvo soy;
Y de tu amor me acordaré
Al darte gracias hoy:
Getsemaní, con su sudor
Y copa como hiel;
La cruz con todo tu dolor
Y tu agonía cruel,
Tu muerte allí, Señor Jesús,
Y la escondida faz
Del santo Dios, cuando en la cruz
Me procuraste paz;
¡Sí, oh, Señor, me acordaré
De todo tu favor,
Y con los tuyos cantaré
Mis cánticos de loor!
42
Obedientes, y con gozo,
Nos reunimos hoy, Señor,
Y tu grey hoy participa
De esta fiesta de amor.
Lo que hiciste en el Calvario
Por el pobre pecador,
Anunciamos en tu nombre,
Recordando tu favor.
Recordando tu angustia,
Oh, divino Redentor,
Y la copa de amargura
Que por todo pecador
En el Gólgota apuraste,
Despreciando tu dolor:
Nos sentimos conmovidos
A seguirte con fervor.
Gracias, oh Jesús, te damos,
Los que unidos en tu amor,
En tu gracia disfrutamos
Tu clemencia, tu favor.
Tuya fue la cruz, mas nuestra
Es la dicha y es la paz:
Tuya es la gloria toda;
Alabado tú serás.
43
Alma, ven, contempla a Cristo
En su gloria y esplendor;
Piensa que allá en el cielo
Él aboga en tu favor.
Cristo fue tu sustituto,
Mira, lleva tu dolor.
Él murió por ti: el Justo
Por injusto pecador.
A lo sumo fue ensalzado,
Dado el nombre de JESÚS;
Rey supremo fue nombrado,
Por su triunfo de la cruz.
Cristo es hoy tu justicia
Por su muerte de expiación;
Ve sus marcas, sus heridas,
Que aseguran tu perdón.
Oh, contempla hacia el futuro,
Ve qué gozo prometió,
Cuando en él seamos uno
Los que con su amor ganó.
Tráele hoy tus alabanzas,
Sí, prorrumpe en gratitud
Por segura esperanza,
Por tu paz y tu salud.
44
Llamados a tu cena
Que dispusiste aquí;
Recuerdo bendecido,
Señor Jesús, de ti;
Quedamos admirados
De ver tan grande amor,
Probado por tu muerte,
Bendito Salvador.
Unidos, adoramos
De todo corazón,
Y alegres entonamos
Con voz de adoración,
Tus infinitas glorias,
¡Oh Cristo, Salvador!
Imagen, tú, del Padre,
Y manantial de amor.
45
Tú moriste, oh, Jesús,
Por mis pecados en la cruz;
Con gratitud, tu fiel amor
Recuerdo yo, mi Salvador.
Tú me amas, ¡oh, qué bien!
Te amo yo a ti también.
46
Señor, qué inmenso es tu amor:
A cruz deseaste ir,
Su maldición y su dolor
Deseaste tú sufrir.
Por mí sufriste soledad,
La muerte y su prisión;
Pagaste así por mi maldad
El precio de expiación.
Tu sangre satisfizo a Dios:
Su ira en ti cargó;
De absolución es hoy su voz:
Perdón ya tengo yo.
Tu cruz, tu muerte, tu dolor,
Señor, recordaré;
Y por tan inefable amor
Tu nombre ensalzaré.
47
Gloria sea, gloria eterna
A Jesús, al que murió,
Al que con amor perfecto
Su preciosa vida dio.
¡Gloria sea, gloria sea,
Al que tanto nos amó!
Celebremos esa historia
Consumada en la cruz,
Y cantemos siempre:
¡Gloria sea a ti, Señor Jesús!
¡Aleluya, aleluya,
Al que mora en gloria y luz!
48
En la cruz mirad clavado
A Jesús el Salvador;
Ved qué prueba nos ha dado
De su celestial amor.
Por cumplir el gran rescate
Él su sangre derramó,
Y, venciendo en el combate,
A la muerte destruyó.
En sus cárceles la muerte
No le pudo retener,
Pues Jesús con mano fuerte
Acabó con su poder.
Alabemos al Cordero
Que nos ama y nos amó,
Y muriendo en un madero,
Nuestras almas rescató.
49
Señor, cuán admirable
Es tu divino amor;
Perfecto y perdurable,
Nos llena de fervor:
Amándonos, bajaste
A nuestro mundo aquí;
La vida entregaste,
Llamándonos a ti.
Por nuestro amor tomaste
Humana encarnación;
Por nuestro amor llevaste
Terrible maldición.
Probaste el desamparo,
La ira y amargor,
Debidos al pecado,
En todo su rigor.
Por nuestro amor, tú diste
La vida en una cruz,
Cual santo sustituto,
Oh Salvador, Jesús;
Por eso te rodeamos
Con grata adoración;
Y a ti nos inclinamos
Con alma y corazón.
50
¡Qué grande amor de mi Jesús:
Por mí morir en una cruz
A fin de vida eterna dar!
¿Quién lo podrá contar?
¿Quién puede tal amor contar?
¿Quién puede tal amor contar?
El grande amor del Salvador,
¿Quién lo podrá contar?
¡Incomparable Salvador!
¡Cuán rico es tu divino amor!
¡Cuán imposible de contar!
¡Cuán vasto y sin par!
51
Por mí sufrió, por mí sufrió,
Mi Salvador por mis culpas murió.
Su grande amor en la cruz demostró
Y, por su gracia, a mí me salvó.
Por mí vendrá, pronto vendrá,
Mi Salvador en las nubes vendrá.
A sus creyentes él recogerá,
Y a su gloria, él nos llevará.
52
En el Calvario, años ha,
Clavado en una cruz,
Su vida dio en mi lugar
El Salvador Jesús.
Nunca sabré ni entenderé
Lo que por mí sufrió;
Tan sólo sé que por la fe
Dios ya me perdonó.
Sufrió la cruz en mi lugar,
Por mí su vida dio;
Mi deuda pudo así pagar
Y salvo ahora soy.
¡Oh cuánto, cuánto me amó!
De él es ya mi ser,
Y porque él por mí murió
Por él yo viviré.
53
Al contemplar, Señor, tu cruz,
Do fuiste tú en mi lugar,
Mi gran ayer es oropel
Y vanidad mi caro ideal.
Tus manos vi, tus pies, tu sien...
¡Qué cuadro de dolor y amor!
Guirnalda y cáliz, ¿qué habrá,
Que honren más a un vencedor?
¿De qué podré gloriarme hoy,
Pues ya mi yo crucifiqué
Y ante tu altar miré arder
Lo que antes fue de más valor?
Si en mi haber tuviera yo
La creación para ofrecer,
Sería nada ante tu amor
Que exige dé todo mi ser.
54
Tema de nuestro canto es el Verbo de Dios;
Hoy, al único digno, elevaremos la voz.
De su cielo él vino, forma de hombre tomó:
Sí, de él cantaremos, él es el Santo de Dios.
¡Bendito Jesús! ¡Bendito Jesús!
Hoy te aclamamos: ¡Bendito Jesús!
De salvación, el gran precio lo pagó ya Jesús:
Un humilde pesebre, crueles dolores de cruz;
De los hombres desprecio, la justa ira de Dios.
Nada quedó por hacerse: ¡Todo lo hizo Jesús!
55
Soy feliz, al recordar que VINO
El Señor Jesús al mundo acá;
Y la historia de su amor divino
Gozo y paz a mi alma siempre da.
¡Maravilloso Salvador,
Maravilloso es su amor!
Sin merecerlo yo,
Su mano me tendió,
Y en su gracia me salvó.
Soy feliz, al recordar que VIVE
Aunque en la dura cruz murió;
Vive hoy y espero que me lleve
Al hogar que él me prometió.
Soy feliz, al recordar que VIENE
Y con gran poder transportará
A su gloria, al que en él fe tiene:
Soy feliz, a mí me llevará.
56
Toda gloria y honra sea a tí, Jesús.
Todos te confiesen único Señor.
Gloria y honra sea dada al Dios de luz,
Que nos ha mostrado su merced y amor.
Oh, pensad en esto: que el Señor Jesús
Cual un siervo vino, siendo él mismo, Dios.
Y que, obediente, fue a dura cruz,
Hecho en forma de hombre, él murió por nos.
Mas Dios le ha ensalzado, pues triunfado ha,
Con glorioso nombre y supremo honor;
Y al oír su nombre se doblegará
Toda criatura, pues él es Señor.
Este mismo Cristo pronto volverá,
Todos han de verle en su esplendor;
Todos, humillados, ante él caerán,
Pues es Rey de reyes, único Señor.
57
Cantad, cantad con júbilo,
El Señor ha resucitado.
En la cruz murió, en la tumba durmió
Mas ahora está ensalzado.
Cantémosle, pues, himnos de loor
A quien nos ha salvado:
En el trono de la gloria está,
A la diestra de Dios sentado.
Cantad, cantad con júbilo,
El Señor ha resucitado;
En el cielo está preparando lugar
Para el pueblo rescatado.
58
Dios su amor mostró en el Calvario,
Cuando allí murió el Salvador.
Hoy en la cruz no está,
Ni sepulcro aun le guardará,
Este es mi Hijo– anunció ya Dios,
A mi lado vedle: escuchad su voz.
¡Resurgió! — ¡Aleluya! ¡Resurgió!
Ni en la cruz está, ni en la tumba;
Resucitado ha, es vencedor.
Vedle, el Mediador ante el trono:
Cristo cual precursor al cielo entró.
Eterna redención ha obtenido,
Y plena salvación de gracia da.
En breve él vendrá, y a la gloria
Su pueblo llevará con gran poder.
59
Ved al hombre de dolores
Proclamado vencedor,
Ved, cubierto de honores,
Al invicto Redentor.
Coronadle, — cual dignísimo Señor.
Resurgió, venció la muerte,
Su cadena y su aguijón;
Destruyó con brazo fuerte
Al pecado y su prisión.
Coronadle, — triunfante Salvador.
Ensalzado por el Padre,
Hecho Cristo y Señor,
Todo hombre ha de adorarle,
Toda lengua darle loor.
Coronadle, — Rey de reyes y Señor.
Ved, se anuncia el Rey de reyes,
Ved, su día cerca está;
Todo ojo ha de verle,
Todo reino caerá.
Coronadle, — Rey supremo, eternal.
60
Aquí tu rostro puedo ver, Señor,
A lo invisible alcanza aquí la fe;
De nuevo abrazo aquí tu inmenso amor
Y mi solicitud en ti echaré.
Aquí, del pan partido tomaré
Y de la copa de tu comunión;
El nombre de mi Dios invocaré,
Gozándome en la paz de salvación.
La culpa del pecado mía fue,
Mas tuya fue la sangre de la cruz;
Por ella y tu justicia, tengo, sé,
Perdón, vestido y paz, Señor Jesús.
Sólo en tu brazo eterno confiaré;
No tengo apoyo, mas que en ti, Señor.
Mi fortaleza está en tu poder:
Mi todo tengo en ti, ¡oh Redentor!
Nos levantamos de la cena aquí:
La fiesta pasa, mas no así el amor;
Todo se va, mas tú te quedas, sí,
Cerca, muy cerca, ¡amado Salvador!
61
Un día que el cielo sus glorias cantaba,
Un día que el mal imperaba cruel,
Cristo bajó y nació de una virgen
Y, aquí morando, mi ejemplo fue él.
Cristo me ama, Cristo me salva,
También me limpia de toda maldad,
Y porque vive y pronto viene,
Vivo contento. ¡Preciosa verdad!
Un día lleváronle al monte Calvario,
Y en dura cruz le dejaron sufrir
Pena y dolores, quebranto y muerte;
Hoy, por su muerte, yo puedo vivir.
Luego dejáronle solo en un huerto,
Donde una tumba su cuerpo cubrió,
Cuando por mí él gustó de la muerte,
Y su aguijón para siempre quitó.
Mas retenerle la tumba no pudo
Y un día glorioso, él resucitó;
Sobre la muerte y Satán triunfante
Vuelve un día: nos lo prometió.
62
Suenen dulces himnos, gratos al Señor,
Y óiganse en concierto universal:
Desde el alto cielo baja el Salvador
Para beneficio del mortal.
¡Gloria, gloria sea a nuestro Dios!
Gloria, sí, cantemos a una voz,
Y el cantar de gloria que se oyó en Belén,
Sea nuestro cántico también.
Lleno de alegría salte el corazón
De la triste y pobre humanidad:
Dios se compadece, viendo su aflicción,
Y le muestra buena voluntad.
Lata en nuestro pecho noble gratitud
Hacia el que nos brinda redención;
Y a Jesús el Cristo, que nos da salud,
Tributemos nuestra adoración.
63
Al mundo impío Dios amó,
Perdido en maldad,
Y a gran precio le salvó,
De buena voluntad.
¡Oh qué amor! ¡Qué inmenso amor!
No hay otro amor así;
Dios, desde el cielo, al Salvador
Mandó a morir por mí.
Ahora es mío por la fe
El don de Dios: Jesús;
Mi redención por sangre fue:
La sangre de su cruz.
64
¡Oh amor de Dios!, su inmensidad
El hombre no podrá contar,
Ni comprender la gran verdad
Que Dios al hombre pudo amar.
¡Oh amor de Dios!, brotando está,
Inmensurable, eternal:
Por las edades durará,
Inagotable raudal.
Si fuera tinta todo el mar,
Y todo el cielo un gran papel,
Y todo hombre un escritor,
Y cada hoja un pincel:
Para escribir de su existir
No bastarían jamás.
Él me salvó y me lavó
Me da el cielo además.
Y cuando el mundo pasará,
Con cada trama y plan carnal,
Y todo reino caerá
Con cada trono mundanal;
El gran amor del Redentor,
Por siempre durará;
La gran canción de salvación,
Su pueblo entonará.
65
Amor del trino Dios movió al Salvador
El mal a padecer del mundo pecador.
Un día me dará la gloria celestial;
Tal es su amor por mí.
66
Más allá de todo pensamiento,
Pues no puede el hombre comprenderlo,
Ni los mismos ángeles del cielo:
Es el gran amor de Dios.
Un amor benigno y entrañable;
Un amor sufrido, inagotable;
Un amor eterno e inmutable:
Es el gran amor de Dios.
Un amor que llega al sacrificio;
Un amor que da a su propio Hijo
Para redimir a los perdidos:
Es el gran amor de Dios.
Un amor que a todo el mundo abraza,
Un amor que busca, halla y salva;
Un amor que vida y paz derrama:
Es el gran amor de Dios.
67
Dios, grande es tu amor,
Tu gran amor por mí,
Admirable amor,
Que durará sin fin.
Es divino y santo,
Amplio cual es el mar,
Alto más que los cielos,
Es tu amor por mí.
68
En su profundo amor por nos, el Salvador
Vino del cielo por la redención;
Tu vida de pecar debes abandonar,
Confiando en Cristo por tu salvación.
¡Oh sin igual amor
De Cristo, el Salvador:
Nuestra salud compró
Cuando en la cruz murió!
Pues, tanto fue el amor
De nuestro Redentor,
Que por nosotros su vida entregó.
Perdidos y sin luz nos encontró Jesús,
Y en el Calvario su vida entregó;
Vio nuestra perdición, mostró su compasión
Cuando en la cruz nuestros males llevó.
Hijo del Padre Dios es Cristo, cuya voz
Hoy tiernamente llamándote está;
Él te perdonará, tus males borrará,
Confía en él, pues, y te librará.
69
A un mundo de pobreza,
De tristeza y dolor;
De riquezas desprovisto
Vino Cristo el Salvador.
En Belén no hay entrada,
No hay posada ni lugar;
En pesebre nace pobre
Para al hombre así salvar.
¡Oh qué amor! ¡Oh qué favor!
¡Oh qué merced! ¿Oh, qué puede ser?
¿Amarme así?... ¿Amarme a mí?
Entre pobres Cristo anduvo
Porque tuvo compasión
De aquel que enfermo estaba
Y deseaba salvación.
Por amor a los mortales
Él sus males soportó;
Por salvar a pecadores
Sus dolores él llevó.
En la cruz el Cristo muere,
Porque quiere redimir
A aquel que ha pecado
Y a su lado quiere ir.
Destruyó con brazo fuerte
A la muerte y su aguijón;
Hoy en gloria, victorioso,
Amoroso da perdón.
70
Inefable Amor Divino,
Imposible de explicar,
Ven, con nos haz tu morada,
Danos hoy tu bendición.
Cristo, ven y compasivo
Líbranos de todo mal;
Gozo y paz, Señor, derrama,
Brinda hoy tu salvación.
Ven, Señor y Rey triunfante,
Danos vida y salud;
Por tu muerte expiatoria
Danos justificación;
Tu poder, Señor, imparte,
Danos hoy de tu virtud,
Nuestra vida tú controla:
Te debemos nuestro amor.
Santo Espíritu, prepara
En pureza y santidad,
Una esposa fiel y amante
Que espera a su Señor.
Ven, su gloria en gloria cambia,
Que sin mácula de mal,
Presentarla has, triunfante,
Ante quien su amor ganó.
71
Sé que quisiste mi alma salvar,
¿Qué, dime, qué viste en mí?
Para tu vida así entregar,
¿Qué, dime, qué viste en mí?
Mi maldición te ofreciste a llevar
Y mi condena pagar;
Sólo soy barro inútil y vil,
¿Qué, dime, viste en mí?
Sé que llamaste a mi puerta, Señor;
¿Qué, dime, qué viste en mí?
Sé que insististe aunque dije que no,
¿Qué, dime, qué viste en mí?
Mi ignorancia supiste olvidar,
Mi ingratitud, perdonar;
Sólo soy barro inútil y vil,
¿Qué, dime, viste en mí?
Sé que me buscas cual tu embajador,
¿Qué, dime, qué viste en mí?
Quieres que porte tu imagen, Señor,
¿Qué, dime, qué viste en mí?
No ha de ser la corona, Señor:
Te serviré por amor.
Sólo soy barro inútil y vil,
¿Qué, dime, viste en mí?
72
Dulce es la gracia del Dios de amor;
¡Qué maravilla que él me compró
Dando el precio con gran dolor,
Cuando su sangre él derramó!
Gracia, — gracia que limpia el corazón.
Gracia, — gracia mayor que mi transgresión.
Como las olas del frío mar
Me amenazaba mi transgresión,
Pero la gracia de Dios, sin par,
Me trajo a mí, por la cruz, perdón.
Gracia más grande que mi saber,
¡Maravillosa es su provisión!
Quien vida eterna desea tener,
Halla, por gracia, la salvación.
73
La gracia de mi Dios es tema encantador:
El cielo dio la dulce voz al mundo pecador.
Por gracia salvo soy,
Mi base ved aquí:
Por todos Cristo muerto ha
Y muerto ha por mí.
La gracia me llamó, me trajo salvación,
Y gracia fue la que alcanzó, de todo mal perdón.
Mi nombre escrito está, por gracia divinal,
En libro del Cordero allá, de vida eternal.
La gracia enseñó mis pies a caminar
En justas sendas de mi Dios, al celestial hogar.
74
¡Santísimo y justo Dios!
¿Quién ante ti se parará?
Ya condenado por tu voz,
Mi alma, ¿quién la librará?
Por un pecado, nada más,
Yo al infierno debo ir:
Y mis iniquidades son
Como arenas en el mar.
¡Oh Dios de gracia y bondad,
Abierto has el manantial!
En Cristo borras mi maldad;
Me das vestido celestial.
Me das tu más precioso don:
Tu Cristo, que su vida dio;
En él mis manchas limpias son,
Y sólo en él descanso yo.
¡Eterno Dios! ¡Mi Padre, tú!
A ti mi alma clamará,
El gran océano de tu amor
Mis culpas todas cubre ya.
75
¿Quién como tú, mi Dios, Señor,
Magnífico en santidad,
De maravillas hacedor,
De eternidad a eternidad?
¿Quién, oh Señor,
Podrá entender
Tu gran amor,
Tu gran poder?
Sosiegas tú la brava mar;
Formaste el Austro y Aquilón.
¿Quién ante ti no ha de temblar?
Juicio y verdad tu estrado son.
¿Quién como tú, Dios de merced?
Del vil mortal pensado has:
Mirad a mí y salvos sed
Que yo soy Dios y no hay más.
¿Quién como tú, oh Dios sin par,
Que mi maldad perdonará;
Que en lo profundo de la mar
Mi transgresión arrojará?
76
Cuando tu historia, oh Señor, recuerdo,
Se llena mi alma de admiración.
¿Por qué a la cruz viniste desde el cielo?
¿Por qué deseaste tú tal maldición?
Maravillado ante tu amor yo quedo,
Pasmado ante tu inefable don.
Cuando en la cruz a ti, Señor, contemplo,
Al ver tu sufrimiento y dolor,
Yo entender quisiera el misterio
De tu justicia, gracia y amor:
¡Morir en cruz, Señor, fue tu deseo
Para dar vida al pobre pecador!
¿Por qué allí, Señor? ¿Qué hay respuesta?
¡Oh sí! En tu palabra escrito está:
Condenación hay para aquel que peca;
Y tu amor te puso en mi lugar.
Si estás en cruz, Señor, ¡haz que yo vea!
Es porque quieres mi alma rescatar.
Tal como soy, Señor, mi ser recibe,
Que sea mi vida digna de tu amor,
Que a ti, Señor, mis ojos siempre miren,
Y al verte a ti, recuerde tu favor.
¡No más en cruz, pues hoy, yo sé que vives:
Mi Mediador, mi Rey, mi Salvador!
77
Enséñame, Dios mío,
Lo inmenso de tu amor:
¿Por qué del cielo has de venir?
¿Por qué en cruz morir?
¡Oh hazme comprenderlo!
Ayúdame a ver lo que te costó,
Oh, Santo Dios, pagar mi salvación.
No son los crueles clavos
Que sujétante a la cruz,
Es tu amor por mí, Señor,
Por mí, un pecador.
¡Qué grande maravilla!
Por tu muerte en la cruz
De mi más negra rebelión
Yo tengo ya perdón.
Quebranta, pues, mi alma
Y, postrado, hazme ver
Que eres tú mi Salvador,
Mi Rey y mi Señor.
78
Sangre, sangre muy preciosa Cristo derramó;
Y en la cruz, el sacrificio consumó.
Sangre, sí, preciosa sangre Jesucristo dio;
Para tristes pecadores la vertió.
Con su sangre tan preciosa hizo redención;
Y por eso Dios hoy brinda el perdón.
Sin la sangre no es posible que haya remisión;
Por las obras no se alcanza salvación.
Es la sangre tan preciosa que dio el Salvador
Lo que quita los pecados y el temor.
79
El oro y la plata no me han redimido,
Mi ser del pecado no pueden librar;
La sangre de Cristo es mi única base,
Su muerte tan sólo me puede salvar.
No fue con oro ni con plata
Que pagó el Salvador;
Fue con su sangre derramada,
Grande precio de su amor.
El oro y la plata no me han redimido,
La pena terrible no pueden quitar;
La sangre de Cristo es mi única base,
Mi culpa, su muerte alcanza borrar.
El oro y la plata no me han redimido,
La paz nunca dieron al vil pecador;
La sangre de Cristo es mi única base,
Tan sólo su muerte me quita el temor.
El oro y la plata no me han redimido,
Entrada a los cielos no pueden comprar;
La sangre de Cristo es mi única base,
Su gracia tan rica la pudo ganar.
80
No por mis propias obras mi mal he de expiar:
Tan torpe soy, tan débil, que ni sé principiar.
Mas sé que cuando Cristo a muerte se entregó,
En pro de mí, completa la redención quedó.
No tuve que buscarle yo, pecador ruin,
Sino que él buscóme y me encontró por fin;
Y con amor me dijo: El Padre al Hijo dio;
Y, por la cruz, completa la redención quedó.
No por rezar sin tregua el cielo he de alcanzar,
Ni a fuerza de dinero la salvación ganar.
Cristo es quien me salva, por lo que él padeció,
Pues por su cruz, completa la redención quedó.
81
Paz con Dios: busqué ganarla
Con febril solicitud;
Mas mis obras meritorias
No me dieron la salud.
¡Oh, qué paz en Cristo hallo!
Paz que antes ignoré;
Todo nuevo se ha tornado
Desde que su paz hallé.
Lleno estaba yo de dudas,
Sin sosiego percibir;
Hoy en paz, mañana triste,
Con temor del porvenir.
Al final, en desespero,
Ya no puedo, dije yo;
Y del cielo oí respuesta:
Todo hecho ya quedó.
De mis obras despojado,
Vi la obra de Jesús;
Supe que la paz fue hecha
Por la sangre de su cruz.
82
Clavado en cruz Jesús murió,
Por mi maldad allí sufrió,
En mi lugar él se encontró,
Mi salvación así compró.
Oíd la voz del Salvador:
Mirad, y ved si habrá dolor
Cual mi dolor, y es para ti.
Ven, alma ven, oh ven a mí.
La faz del sol se oscureció,
El velo en dos se dividió;
Al Hijo, Dios desamparó,
La maldición en él cargó.
¿Y puede ser, sufriste así,
Señor Jesús, de amor por mí?
No puedo más, me entrego hoy,
Sin más tardar a ti me doy.
83
Ved al Cristo, Ser de gloria,
Es del mundo el vencedor;
De la guerra vuelve invicto,
Todos deben darle loor.
Coronadle, coronadle, coronadle Rey de reyes
Coronadle, santos todos, coronad al Salvador.
Pecadores se burlaron
Coronando al Salvador,
Mas sus huestes redimidas
Lo proclaman hoy Señor.
Exaltadlo, exaltadlo,
Ricos triunfos trae Jesús;
A la diestra está del Padre,
Nos imparte vida y luz.
Escuchad las alabanzas
Que se elevan hacia él,
Victorioso reina Cristo,
¡Adorad a Emanuel!
84
Es en la cruz de Cristo que hallo salvación,
La obra en el Calvario da plena redención:
Cual roca en el desierto la cruz es para mí:
Me es perfecto abrigo, seguro estoy allí.
Del mundo y su tesoro, opuesto a la luz,
Por siempre me separo: mi gloria es la cruz.
Estimo su oprobio de mucho más valor
Que lo que ofrece el mundo, riqueza u honor.
¡Bendita cruz de Cristo! ¡Perdón, perdón, oh Rey!
Tú eres el bendito, tus glorias cantaré.
La cruz con su oprobio cargaste tú por mí;
Si de la cruz recuerdo, es que te quiero a ti.
85
En medio de mortal dolor
La cruenta cruz yo vi,
Y allí, raudal de gracia hallé,
Bastante para mí.
De la cruz fluye sin cesar,
Insondable, cual es el mar;
Y la gracia que brota allí:
Basta para mí.
Sufriendo fue mi corazón
Y apenas pude allí
Creer que gracia había de hallar
Bastante para mí.
Cuando en la cruz, clavadas ya
Mis culpas yo sentí,
Raudal de gracia a mi alma entró,
Bastante para mí.
Cuando en el cielo, con Jesús,
Alegre cante allí,
Diré que aquella gracia fue
Bastante para mí.
86
Yo confío en Jesús y ya salvo soy;
Por su muerte en la cruz a la gloria voy.
¡Oh cuán grande es el amor
De Jesús mi Salvador!
Todo fue pagado ya, nada debo yo;
Salvación perfecta da quien por mí murió.
Todo hizo mi Señor, me salvó ya él;
Con ternura y amor él me guarda fiel.
Mi perfecta salvación eres, mi Jesús;
Mi completa redención, mi gloriosa luz.
En el cielo te veré, tierno Salvador:
Tu presencia gozaré, ¡oh Jesús, Señor!
87
Vine a Cristo Jesús y encontré
Gloriosa paz, perfecta paz;
Aunque las olas azoten mi ser,
Tengo dulce paz.
¡Paz, paz, gloriosa paz!
¡Paz, paz, perfecta paz!
Desde que Cristo mi alma salvó
Tengo dulce paz.
Paz insondable cual es el gran mar,
Gloriosa paz, perfecta paz;
Puedo en el seno de Dios reposar,
Tengo dulce paz.
Paz inefable, de Dios rico don,
Gloriosa paz, perfecta paz;
Infunde aliento a mi corazón,
Tengo dulce paz.
En los conflictos con el tentador,
Gloriosa paz, perfecta paz;
Cristo, amante, me hará vencedor,
Tengo dulce paz.
88
Hubo quien mis pecados llevó en la cruz,
Y a mí, tan indigno, salvó:
Soy feliz, pues su sangre vertió mi Jesús,
Y con ella mis culpas borró.
Mis pecados llevó, en la cruz do murió,
El sublime y tierno Jesús:
Los desprecios sufrió y mi alma salvó,
Él cambió mis tinieblas en luz.
Es mi anhelo constante a Cristo seguir,
Mi camino su ejemplo marcó;
Y por darme la vida él quiso morir,
En la cruz mis pecados llevó.
89
La gracia de Cristo, profunda cual mar,
Inunda mi ser, me pudo salvar:
Compasiva y tierna tal gracia sin par,
De Cristo mi Salvador.
Su gracia me puso en camino de Dios,
Y día a día escucho su voz
Que prométeme gracia al seguirle en pos,
Así es mi Salvador.
Mi lucha aquí pronto terminaré,
Radiante de luz su rostro veré;
Y con todos los salvos allí cantaré
La gracia del Salvador.
90
Cristo me salva, seguro estoy
Que por su gracia al cielo voy.
Sangre preciosa él derramó
Y fue con ella que me salvó.
Vivo tranquilo, vivo feliz,
Siempre alabando al Salvador.
Vivo tranquilo, vivo feliz,
Siempre sirviendo a mi Señor.
Cristo me guarda de todo mal,
Trae a mi alma dicha y paz;
Él es mi dueño, me rescató;
A él me entrego, un servidor.
91
Roca de los siglos, tú
Fuiste abierta para mí:
Anhelando la salud
Yo me escondo, Cristo, en ti;
De la ira, sálvame;
De mis culpas, lávame.
Aunque fuere siempre fiel
Y llorare sin cesar,
Del pecado no podré
Justificación lograr.
Oro y plata no traeré:
En tu cruz está mi fe.
Mientras dure mi andar
En el valle mundanal,
Y hasta el día en que he de estar
En tu augusto tribunal;
Cúbreme de tu piedad,
¡Roca de la eternidad!
92
Del amor divino, ¿quién me apartará?
Escondido en Cristo, ¿quién me tocará?
Si Dios justifica, ¿quién condenará?
Cristo por mí aboga, ¿quién me acusará?
A los que a Dios aman, todo ayuda a bien;
Esto es mi consuelo, esto es mi sostén.
93
Cariñoso Salvador,
Huyo de la tempestad
A tu seno protector,
Fiándome de tu bondad.
Sálvame, Señor Jesús,
De las olas del turbión;
Hasta el puerto de salud
Guía mi pobre embarcación.
Otro asilo ninguno hay,
Indefenso acudo a ti;
Mi necesidad me trae,
Porque mi peligro vi.
Solamente en ti, Señor,
Yo tendré consuelo y luz.
Vengo lleno de dolor
A tus pies, Señor Jesús.
Cristo, encuentro todo en ti,
Y no necesito más;
Caído, me pusiste en pie;
Débil, ánimo me das.
Al enfermo das salud,
Tierno guías al que no ve;
Con amor y gratitud,
Tu bondad ensalzaré.
94
Yo quisiera hablarte del amor de Cristo,
Pues en él hallé un amigo fuerte y fiel;
Por su gracia transformó mi vida entera;
Lo que en esta vida soy, lo debo a él.
Nadie pudo amarme como Cristo,
Es incomparable su amistad;
Sólo él pudo redimirme del pecado,
Por su amor y su bondad.
Mi alma estaba llena de ayes y tristezas,
Llena estaba de miseria y dolor;
Con ternura, Cristo me tendió la mano,
Y me guió por el sendero del amor.
Cada día viene a darme nuevo aliento,
A mi corazón infunde dulce paz;
No comprenderé por qué vino a salvarme,
Hasta que en el cielo pueda ver su faz.
95
De mi tierno Salvador cantaré el inmenso amor,
Gloriaréme en las bondades del Señor;
De tinieblas me llamó, de cadenas me libró,
De la muerte me salvó mi Redentor.
¡Mi Jesús! ¡Mi Jesús!
¡Cuán precioso es el nombre de Jesús!
Con su sangre me limpió, de su gozo me llenó,
De su vida me dotó, mi buen Jesús.
96
Maravillosa gracia, de Cristo rico don,
Hallo perdón en ella: completa redención.
El yugo del pecado de mi alma ya rompió:
Pues de Cristo divina gracia me alcanzó.
De Jesús maravillosa gracia:
Insondable cual el ancho mar.
A los perdidos, él vino a salvar.
Don de Dios tan rico e inefable,
Libre para todo pecador:
Por esto quiero siempre
Hablar a otros de su amor.
Maravillosa gracia, ¡cuán grande es su poder!
El corazón más negro, blanco lo puede hacer.
La gloria me ofrece, sus puertas ya me abrió,
Pues de Cristo divina gracia me alcanzó.
97
¿Quieres ser salvo de toda maldad?
Tan sólo hay poder en mi Jesús.
¿Quieres vivir y gozar santidad?
Tan sólo hay poder en Jesús.
Hay poder, sí, sin igual poder
En Jesús, quien murió;
Hay poder, sí, sin igual poder
En la sangre que él vertió.
¿Quieres ser libre de orgullo y pasión?
Tan sólo hay poder en mi Jesús.
¿Quieres vencer toda cruel tentación?
Tan sólo hay poder en Jesús.
98
No hay diferencia, todos pecaron
Y por lo tanto excluídos están.
La ley divina que quebrantaron
Dice que gloria de Dios no verán.
No hay otro nombre, sólo en Cristo
La salvación hoy se puede hallar;
Y por su nombre, santo y bendito,
Perdón y gloria podemos gozar.
No hay para el alma que está en Cristo,
Ninguna clase de condenación.
Pues ya por ella Cristo, el Justo,
Fue condenado en sustitución.
99
El evangelio santo se anuncia al pecador:
Amó Dios tanto al mundo que a su Hijo dio.
Y el que cree en Cristo acá,
— La vida eterna tiene ya.
Mirando a la serpiente se hallaba curación;
Creyendo en Jesucristo tenemos salvación.
Aquel que peca muere– Dios justo pronunció;
Mas Cristo, en el Calvario, por nos su vida dio.
El Hombre de Dolores no vino a condenar;
Mas quiso en este mundo al pecador salvar.
100
Ya resuena el evangelio
De la tierra en ancha faz,
Y de gracia ofrece al hombre
El perdón, consuelo y paz.
Preste oído cada uno
Al mensaje de amor,
Es la obra acabada
Del divino Salvador.
En Jesús pon tu confianza,
Digno es de amor y fe,
Dale siempre tu alabanza:
Por su sangre salvo sé.
Nunca dudes su palabra,
Para siempre durará:
Cristo guarda su promesa,
Nunca en ella faltará.
101
Regresa, regresa, ¿por qué morirás?
Que Dios ha mostrado su gracia y amor.
Su voz te convida, ¿por qué no vendrás
Dejando tu carga de pena y dolor?
¡Ven a él!, ¡ven a él!, te espera tu Dios;
¡Ven a él!, ¡ven a él!, te ofrece el perdón.
La sangre preciosa que Cristo vertió,
Cubrió ya el precio de tu redención.
Despierta, despierta, escucha su voz,
Tan sólo ahora es día de salud;
Confiesa tu culpa y pide perdón,
Y ven, sigue a Cristo, cargando tu cruz.
La vida se pasa cual humo sutil,
Jesús pronto viene y no tardará.
El día de gracia vendrá a su fin
Y si aún no eres salvo, ya tarde será.
102
Del agua de vida quien quiera beber,
Y arrepentido en Cristo creer,
De muerte perenne librado será,
Pues Cristo a su pueblo del mal salvará.
El don es gratuito, y él es capaz
De satisfacer con dulcísima paz
Al hombre que acepte su pleno perdón,
Fiando en la sangre por su salvación.
Mediante la sangre que Cristo vertió,
Del reo infeliz el rescate pagó;
Y el Padre le brinda, con tierno amor,
También bendiciones por su Salvador.
Oíd el mensaje, que Dios da salud,
Y hoy os invita con solicitud
Que a Cristo vayáis, así tal como estáis,
A fin de que su salvación obtengáis.
103
¿Sabes dónde hay una fuente
Pura, de divino amor,
Cuyas aguas celestiales
Manan con ferviente ardor?
Esta fuente inagotable,
De eficacia y de valor,
Es el dulce Jesucristo,
El precioso Salvador.
Es Jesús la viva fuente,
Donde he apagado yo,
Esa sed que consumía
Mi cuitado corazón.
Esa fuente siempre pura
Nunca su cristal perdió;
Y sus aguas refrescantes
Se te ofrecen, pecador.
Si sediento y fatigado
A Jesús, la fuente, vas,
Satisfecho y aliviado
Al momento quedarás.
¿De las fuentes mundanales
Has bebido, sin hallar
Lo que tu alma tan turbada
Deseaba allí encontrar?
Pues escucha, presta oído;
Jesucristo te dirá:
El que de mis aguas beba,
Nunca ya más sed tendrá.
104
Para todo viajero
Que camina con tesón
Por la senda que conduce
A los brazos de su Dios,
Hay un faro luminoso
Que le presta su fulgor;
Es el santo Jesucristo,
El bendito Salvador.
Para aquel a quien el mundo
Desgarró su corazón,
Deshojó sus ilusiones
Y su alma marchitó,
Hay un bálsamo divino
Que le da consolación;
Es el dulce Jesucristo,
El bendito Salvador.
Para aquel que ya perdido
Por el mal que practicó,
De su suerte desespera
Y se seca de dolor,
Hay un médico divino
Que le brinda redención;
Es el santo Jesucristo,
El bendito Salvador.
105
Grato es contar la historia
Del celestial favor;
De Cristo y de su gloria,
De Cristo y de su amor;
Me agrada referirla,
Pues sé que es la verdad,
Y nada satisface
Cual ella, mi ansiedad.
¡Cuán bella es esa historia!
Mi tema allá en la gloria
Será la antigua historia
De Cristo y de su amor.
Grato es contar la historia
Que brilla cual fanal,
Y en glorias y portentos
No reconoce igual;
Me agrada referirla,
Pues me hace mucho bien.
Por eso a ti deseo
Contártela también.
Grato es contar la historia
Que, antigua sin vejez,
Parece, al repetirla,
Más dulce cada vez;
Me agrada referirla,
Pues hay quien nunca oyó
Que para rescatarlo
El buen Jesús murió.
106
Cantaré la bella historia
De Jesús mi Salvador;
Que por mí dejó su gloria;
Y por mí en cruz murió.
Cantaré la bella historia
Hablaré del gran amor;
Con los salvos en la gloria
A mi Dios daré loor.
Me salvó con gracia eterna
Cuando errante y vil me vio;
Con su mano fiel y tierna
Al camino él me guió.
Oprimido y angustiado,
Cristo fue quien me libró;
Lastimado del pecado,
Cristo fue quien me salvó.
Hay caminos de tristeza,
Días hay de oscuridad;
Mas Dios es mi fortaleza,
Él es Vida, Luz, Verdad.
Con su brazo fiel y fuerte
Ningún mal yo temeré,
Pues en él, de tumba y muerte,
Más que vencedor seré.
107
Yo deseo oír de Cristo y de su amor:
Cómo quiso redimir al pecador,
Cómo vino acá a vivir, cómo vino acá a morir:
Sí, deseo oír de Cristo y de su amor.
Es sólo en él que tengo salvación,
Que gozo paz y luz y reconciliación.
Es sólo en él, quien por mi mal murió,
Que yo mi fe he puesto, en él confío yo.
Sí, deseo oír de su tan dura cruz,
Pues yo veo allí al Dios de amor y luz.
Por su sangre mi Señor reveló su grande amor,
Y ahora yo soy salvo por Jesús.
¡Salvador!, a ti tributo adoración;
Siempre a ti, a quien yo debo mi perdón.
Eres digno de tener alabanza y poder,
Tú, que nos trajiste eterna salvación.
108
Cuando oía hablar del amor de Jesús
Mi alma no lo comprendía;
Me decían que por mí él sufrió en la cruz
Mas mi alma no se conmovía.
No podía comprender el afán y la fe
Con que hablaban de Cristo y su amor:
Mas ahora yo puedo decir de Jesús:
También es mi Salvador.
Jesús es mi Salvador, Jesús es mi Salvador;
Mas ahora yo puedo decirlo también,
Jesús es mi Salvador.
Me decían que Jesús era el Hijo de Dios,
De todas las cosas creador;
Siendo en forma de Dios, forma de hombre tomó:
Así pudo ser Salvador.
Este mundo, al Señor Jesucristo, en la cruz
Le colgó, despreciando su amor.
Pero Dios me hizo ver en la cruz mi salud:
Jesús es mi Salvador.
109
Grata nueva Dios proclama
Hoy al mundo pecador;
Dulce nueva, revelada
En la cruz del Salvador.
Grata nueva, dulce nueva
De la boca del Señor;
Oíd gozosos, cielo y tierra:
¡Dios es luz! ¡Dios es amor!
Ciego el hombre, y obcecado
En las sendas del error,
Desconoce y desconfía
De ese Dios, del Dios de amor.
Con ofrendas, obras vanas,
Sacrificios sin valor,
Piensa el hombre acongojado
Propiciar su Creador.
Medios de salud inventa,
Clama, ruega en su favor
A mil vírgenes y santos,
Despreciando al Dios de amor.
¡Luz divina!, resplandece,
Muestra al triste pecador
Que en la cruz se encuentran juntas
La justicia y el amor.
110
La tierna voz del Salvador
Nos habla conmovida:
Oíd al Médico de amor,
Que da a los muertos vida.
Nunca los hombres cantarán,
Nunca los ángeles de luz
Más dulce nota entonarán,
Que el nombre de Jesús.
Borradas ya tus culpas son,
Su voz hoy te pregona;
Acepta, pues, la salvación,
Y espera la corona.
La amarga copa de dolor,
Por él, fue ya bebida;
Y en cambio ha dado al pecador
Las aguas de la vida.
Cordero santo, ¡gloria a ti!
Por Salvador te aclamo;
Tu dulce nombre es para mí
La joya que más amo.
111
La dulce voz de Cristo oída en Israel,
Se oye todavía llamándonos a él.
A los cansados y tristes,
A los que buscan la paz,
Venid a mí, les dice, os quiero dar solaz.
Oíd la voz del Señor Jesús:
Descansad, yo sufrí la cruz.
No temáis, soy el buen Pastor,
Mis ovejas reposan en mi amor.
La dulce voz de Cristo tiene autoridad.
La obedecen las olas de cualquier tempestad.
¿Por qué tenéis pues miedo?
¿Qué es de vuestra fe?
La misma voz exclama: Jamás os faltaré.
La dulce voz de Cristo nos puede conducir
Por sendas de justicia, para en su amor vivir,
Anticipando el momento
En que nos ha de llamar
A su hogar glorioso, para con él morar.
112
Amigo: tu Dios de su gloria te llama
Con dulces acentos de solicitud;
Escucha la voz que del cielo proclama,
Que hoy solamente es el día de salud.
Paciente te llama y espera amoroso,
Te mira, y conoce tu gran inquietud:
Ha dado a su Hijo en rescate por todos,
Mas hoy solamente es el día de salud.
Más tarde, el Señor traerá para juicio
Delante del trono a la gran multitud,
Y ya no habrá tiempo de huir del suplicio,
Pues hoy solamente es el día de salud.
113
Yo escucho, buen Jesús,
Tu dulce voz de amor,
Que desde el árbol de la cruz
Invita al pecador.
Yo soy pecador, nada hay bueno en mí;
Ser objeto de tu amor deseo, y vengo a ti.
Tú ofreces el perdón
De toda iniquidad,
Al pecador das salvación
Si acude a tu piedad.
Yo soy pecador, ten de mí piedad,
Dame llanto de dolor, y borra mi maldad.
Tú prometes esforzar
En fe, al que creyó,
Y gracia sobre gracia dar
A quien en ti esperó.
Creo en ti, Señor, sólo espero en ti;
Dame tu infinito amor, pues basta para mí.
114
¡Ven, ven, ven!, el Señor está llamando;
Desea él salvarte y darte el perdón.
Por ti en dura cruz murió:
Preciosa sangre derramó;
La puerta de salud abrió, ¡oh ven, ven, ven!
115
Nos alegra, sí, la nueva repetir
De que Cristo vino al mundo a morir,
Y que Dios está dispuesto a recibir
Al que fía en el Señor.
Oye estas buenas nuevas,
Cree en el Salvador,
Sigue al divino Maestro,
Siempre sigue a Cristo el Señor.
El Señor se agrada de observar también,
Que a su llamamiento, atento oído den:
Hoy venid a mí, que para cuantos creen
Hay perdón y santa paz.
¡Cuánta gracia hubo en Dios al Hijo dar!
¡Cuánto amor del Hijo en aquí llegar,
Para con su propia sangre rescatar
Al que fía en su amor!
116
Pecador, ven a Cristo Jesús,
Y feliz para siempre serás,
Que, según le quisieres tener,
Al divino Señor hallarás.
Ven a él, ven a él,
Que te espera tu buen Salvador.
117
Oí la voz del Salvador decir con tierno amor:
Ven, ven a mí, descansarás cargado pecador.
Tal como fui, al buen Jesús,
Cansado, yo acudí;
Y luego, dulce alivio y paz, por fe, de él recibí.
Oí la voz del Salvador decir: Venid, bebed,
Yo soy la fuente de salud que apago toda sed.
Con sed de Dios, del vivo Dios,
Busqué a mi Emanuel;
Lo hallé, mi sed él apagó, y ahora vivo en él.
Oí su dulce voz decir: Del mundo soy la luz,
Miradme a mí y salvos sed, hay vida por mi cruz.
Miré a Cristo, y luego en él
Mi norte y sol hallé,
Y en esa luz de vida, yo feliz siempre andaré.
118
Paz hay profunda cual caudaloso río,
Que nace de Cristo su santo Autor;
La obtuvo muriendo en el triste Calvario;
Y a ti se dará este don de su amor.
Ven, pues, a Jesús; ven, pues, a Jesús,
Y luego hallarás que hay paz para ti.
119
Gracias te damos, oh Dios, por tu amor
Tierno y veraz,
Que desde el cielo envió lo mejor:
Cristo Jesús, nuestra paz. Dios nos amó,
Y en su bondad salvación proveyó.
Cristo Jesús esta nueva a dar se ofreció;
Con pecadores él quiso andar,
Y a enfermos sanar: vino a buscar,
Vino a buscar, a sanar y a salvar.
Sigue llamando y buscando aún, oíd su voz;
Él da perdón y poder y virtud,
Él da también paz con Dios.
¡Qué grande amor!
Dios se preocupa de un pecador.
120
En pecados y temor el Salvador me vio,
Un indigno pecador, y salvación me dio.
Por su gracia el buen Jesús mi vida rescató,
Cuando en la dura cruz por mí murió.
Ven al Señor, no dudes más,
Él es tu amigo fiel, ven sin tardar.
Ven al Señor, Dios es amor,
Escucha su tierna voz, ven pecador.
De la tumba ya surgió, el Salvador Jesús,
Y la muerte ya venció, dándonos plena luz;
Vida eterna al pecador, es el gran don de Dios;
Hoy nos habla el Salvador con dulce voz.
121
Ven a Cristo, ven ahora,
Pecador, ven cual estás;
Acudiendo sin demora
Vida eterna obtendrás.
Ven a Cristo, ven ahora, pecador, ven cual estás.
Ven a Cristo, ven ahora, vida eterna obtendrás.
Dios no quiere condenarte,
Ya que ha dado a Jesús;
Sólo quiere él salvarte,
Por su muerte en la cruz.
Jesucristo no rechaza
Ni al más vil pecador;
Mas él compasivo abraza
Al que cree en su amor.
No rehuses, pues, la oferta
Que te brinda el Señor:
Mas reconocido acepta
Su magnánimo favor.
122
Pecador, ven, ven a Cristo, ven sin tardar:
Es su amor tan infinito para salvar.
¿Sabes que Jesús te ama?
Ven, escucha; él te llama,
El hará feliz tu alma:
¡Ven sin tardar!
123
Venid a mí– el Salvador dice
A los que tienen sed;
Venid, y de la célica fuente
De salvación, bebed.
Su voz os llama del cielo.
¿Queréis a Cristo ir?
Su salvación cual libre don,
Podéis hoy recibir.
Venid a mí si andáis en trabajos:
Tendréis descanso así;
Llevad mi yugo sobre vosotros,
Y aprended de mí.
124
Perdón ya lo tengo, pues Cristo Jesús
Por mí ha sufrido clavado en la cruz.
Perdón, ya lo tengo, ¿y tú?
Tú puedes tenerlo también.
Su sangre las manchas del alma borró.
Pequeñas y grandes, él todas lavó.
Ya tengo limpieza, ¿y tú?
Tú puedes tenerla también.
Contrito y confiado a Cristo acudí,
En él y su muerte mi salvación vi.
Yo tengo entrada, ¿y tú?
Tú puedes tenerla también.
Y he de vivir con los santos en luz,
Me hizo ya apto, me espera Jesús.
Yo voy a la gloria, ¿y tú?
Tú puedes gozarla también.
125
Óyeme, divino Salvador,
Me confieso triste pecador.
Reconozco mis delitos
Y pecados infinitos.
¿Puedes verme con tu gran piedad?
¿Puedes otorgar tu caridad?
¿Puedes perdonar mi necedad y darme paz?
Gracia, que mis deudas pagará,
Sangre, que mis culpas lavará,
Y poder que siempre me guardará, tendré en ti.
Afligido y perdido estoy,
A tu cruz desesperado voy:
A Satán y al mundo dejo,
A tus pies yo me someto,
Lleno estoy de honda compunción,
Y partido está mi corazón;
Ansio oír de Cristo la oración: Te absolveré.
No tendré temor, pues tú, Señor,
Has probado ya tu grande amor,
Vida eterna prometiste;
La promesa aún subsiste.
Por tu gracia y tu gran bondad
Con tu sangre limpias mi maldad,
Y, confiando en tu voluntad, me rindo a ti.
126
¿Has hallado en Cristo el poder salvador?
¿Eres salvo por la sangre de Jesús?
¿Por la fe descansas en el Redentor?
¿Eres salvo por la sangre de Jesús?
Lávame y más blanco que nieve seré,
En tu sangre, Cordero de Dios,
Y en ropas sin mancha me presentaré
Al Señor, en su trono de luz.
Si encontrar deseas hoy paz y perdón,
Sólo se halla por la sangre de Jesús.
Si librarte quieres de la perdición,
Sólo puedes por la sangre de Jesús.
127
¡Oh Cristo, lleno de bondad!
Dirijo a ti mi petición;
Perdona toda mi maldad,
Y dame plena salvación.
Indigno soy, mas tú, Señor,
Tú eres infinito amor.
¿A quién, Señor, sino a ti,
Por salvación acudiré?
Moriste en la cruz por mí,
Y por tu muerte viviré.
Tú salvarás al pecador,
Pues eres infinito amor.
Ya tú respondes a mi fe,
Me das aquí, felicidad.
Y tu presencia gozaré
Por toda la eternidad.
Mi Dios, mi eterno Salvador,
Tu nombre es infinito amor.
128
Tal como soy de pecador,
Sin otra fianza que tu amor,
Ya que me llamas, acudí;
Cordero santo, heme aquí.
Tal como soy, buscando paz
En mi desgracia y mal tenaz,
Conflicto grande siento en mí;
Cordero santo, heme aquí.
Tal como soy, me acogerás:
Perdón y alivio me darás;
Pues tu promesa ya creí,
Cordero santo, heme aquí.
Tal como soy, me rindo ya,
Tu grande amor vencido ha;
Ya pertenezco todo a ti:
Cordero santo, heme aquí.
129
¿Te sientes casi resuelto ya?
¿Te falta poco para creer?
¿Por qué, pues, dices a Jesucristo:
Hoy no, mañana, te seguiré?
¿Te sientes casi resuelto ya?
Pues vence el casi, a Cristo ven,
Que hoy es tiempo, mas el mañana
Sobrado tarde pudiera ser.
Sabes que el casi no es de valor
En la presencia del justo Juez,
¡Ay del que muere casi creyendo!
Completamente perdido es.
130
Pasan días, meses, años,
Con pasmosa rapidez;
Y nosotros pronto iremos
De este mundo y, ¿qué después?
Muchos viven descuidados
De su eterna salvación,
Y al morir, desesperados
Pasan a la perdición.
Vida y muerte están delante,
Salvación y perdición;
Tienes tú que decidirte:
¿Cuál será tu decisión?
Sólo un paso ahora falta,
Indeciso pecador:
Es el paso decisivo
De entregarte al Salvador.
131
Adelante, prosiguiendo,
Mas, ¿cuál es tu dirección?
¿Vas a la morada eterna,
A la celestial mansión?
— Adelante, prosiguiendo,
Mas, ¿cuál es tu dirección?
Adelante, con presteza
Pasa el curso mundanal;
Sólo algunos se encaminan
Al descanso celestial.
— Adelante, sí, avanzan
Con Jesús, el General.
Adelante muchos andan
Que desdeñan salvación,
Por la senda que conduce
A la eterna perdición.
— Adelante, presto marchan,
Hacia su condenación.
Adelante, ya transcurre
Pronto el tiempo volador;
Mas de Dios la pura gracia,
Aún se ofrece al pecador.
— Adelante, no prosigas,
Sin creer en el Señor.
132
Me han dicho que hay,
Más allá del cielo azul,
Un hogar de eternal felicidad;
He pensado en las glorias de tan feliz hogar,
Y pregunto: ¿Hay lugar para mí?
Sí, lo hay, lugar para mí,
Y lugar también para ti.
El grande amor del divino Salvador
Ha provisto para ambos lugar.
Ven, que hay lugar
En aquel hogar.
¡Oye! Su amante voz
Te llama a ti.
De los justos me han dicho
Que apenas entrarán,
¿Cómo, pues, entrará el pecador?
Si tan lejos estoy del camino del Señor,
Oh, pregunto: ¿Hay lugar para mí?
Sí, lo hay, pues Cristo el Señor
De esa casa tan bella habló.
Él es el camino, por él podrás entrar,
Por la sangre que en la cruz derramó.
133
Salvador, a ti me rindo,
Obedezco sólo a ti,
Mi Guiador, mi Fortaleza,
Todo encuentra mi alma en ti.
Yo me rindo a ti,
Yo me rindo a ti,
Mi flaqueza y mi pecado,
Todo traigo a ti.
Te confiesa su delito
Mi contrito corazón,
Oye, oh Cristo, mi plegaria,
Quiero en ti tener perdón.
A tus pies yo deposito
Mi riqueza, mi placer;
Que tu Espíritu me llene
Y de ti sienta el poder.
Tu bondad será la historia
Que predique por doquier;
Tu amor inagotable
Es mi único placer.
¡Oh qué gozo encuentro en Cristo!
¡Cuánta paz a mi alma da!
A su causa me consagro,
Y su amor, mi amor será.
134
Anduve yo desconsolado,
Sin rumbo fijo me encontré.
Buscaba yo placer en vano,
Doquier busqué, no lo hallé.
Mas un día vi a Cristo,
Lo encontré a solas yo;
Él llenó mi corazón de gozo,
Y mi dura carga él llevó.
Pasé gran parte de mi vida,
Buscando la felicidad;
El mundo nunca pudo darla,
Me vi perdido en la maldad.
135
Oh día alegre en que Jesús
A sí, con gracia, me llamó,
Y me hizo ver que en su cruz
Mi alma rescató.
Él me apartó de todo mal,
Él me mostró su compasión,
Él me sacó del cenagal:
Me dio su salvación.
Mi corazón descansará
En él, mi grande Salvador;
Paz y sosiego gozará,
Gustando su amor.
136
Mis culpas todas borró Jesús
Con infinito amor;
Cargó con ellas en cruenta cruz
En medio de mortal dolor.
Salvo por él yo soy, salvo por su poder,
A vida nueva Jesús me ha llamado;
¡Ya salvo soy!
En densas sombras anduve yo
Cuando en maldad viví;
Y mi alma nunca la paz halló,
Ni gozo alguno yo sentí.
Gloriosa vida de libertad,
Disfruto yo por él;
Ya no hay temores ni ansiedad:
Mi guardador es siempre fiel.
137
¡Qué gozo tan grande se siente
Creyendo en Cristo Jesús,
Quien da, al que se arrepiente,
La paz, por su muerte de cruz!
En mi corazón la paz de Cristo domina,
En mi corazón hay gozo que nunca termina,
En mi corazón hay esperanza divina;
También amor abunda en mi corazón.
Tendrá una paz perdurable
Aquel a quien Cristo salvó;
Es paz, que el amor entrañable
Del buen Salvador nos ganó.
Amor, y una viva esperanza,
Habrá en el fiel corazón
Que siempre abriga confianza
En Cristo y su gran salvación.
138
¿Hay aquí quien nos ayude,
Que comprenda nuestro ser,
Cuando el alma está transida de dolor?
¿Hay quien sienta simpatía
Nuestra condición al ver,
Y nos dé lo que deseamos con ardor?
Sí, lo hay, uno hay, en Cristo el bendito, uno hay.
Cuando viene la aflicción a nuestro corazón,
Un amigo hay en Cristo, sí, lo hay.
¿Hay aquí quien nos ayude
Nuestra carga a llevar
Aunque grave y difícil pueda ser?
¿Hay quien quiera con ternura
Al caído levantar
Y en brazos amorosos recoger?
¿Hay aquí quien nos ayude
Y nos dé tranquilidad
Cuando estamos bajo el peso del dolor?
¿Quien al pecador ofrezca
El perdón de su maldad
Y por él se sacrifique con amor?
139
Pobre mendigo está junto al camino,
Ciego que implora al mundo caridad;
Cuando Jesús le cambia su destino
Al darle vista y plena claridad.
Cristo, al venir al alma atribulada,
El llanto enjuga, ahuyenta el dolor;
La tentación del mal es rechazada,
Y cambia todo en gloria, el Salvador.
En los sepulcros, cierto endemoniado,
Moraba solo, triste, sin hogar:
A su querer Satán le arrojaba,
Mas al cautivo Cristo fue a librar.
¡Inmundo soy!, clamaba atormentado,
Pobre leproso, con dolor mortal;
En penas mil el sordomudo estaba:
Viene Jesús y quita todo mal.
El buen Jesús hoy viene a nuestro lado,
Viene a mostrar su inmensa compasión.
Esclavo del pecado e impotente:
¿Quieres gozar su paz y salvación?
140
Del santo amor de Cristo, que no tendrá igual,
De su divina gracia, sublime y eternal;
De su misericordia, inmensa como el mar
Y cual los cielos alta, con gozo he de cantar.
El amor de mi Señor, grande y dulce es más y más;
Rico e inefable, nada es comparable
Al amor de mi Señor.
Cuando él vivió en el mundo, la gente lo siguió;
Y todas sus angustias en él depositó.
Entonces, bondadoso, su amor brotó en raudal
Incontenible, inmenso, sanando todo mal.
El puso en las pupilas del ciego, nueva luz,
La eterna luz de vida que centellea en la cruz.
Y dio a las almas todas, la gloria de su ser,
Al impartir su gracia, su Espíritu y poder.
141
Un hombre de noche acudió a Jesús,
Buscando la senda de vida y de luz,
Y Cristo le dijo: Si a Dios quieres ver,
Tendrás que renacer.
— Tendrás que renacer,
De cierto, de cierto te digo a ti,
Tendrás que renacer.
Si acaso a los cielos tú quieres entrar,
Y allí con los santos poder descansar;
Si quieres la vida eternal obtener:
Tendrás que renacer.
Amigo, no debes jamás desechar
Palabras que Cristo se digna hablar;
Si tu alma no quieres llegar a perder
Tendrás que renacer.
Algunos han ido con Cristo a morar,
A quienes un día querrás encontrar;
Pues esta proclama hoy debes creer:
Tendrás que renacer.
142
Las bodas del Cordero, ya están
Aparejadas, multitudes van.
Entra, — lugar hay para ti.
Dios Padre te invita a entrar,
Tanto te ama que esperando está.
Llama, — lugar hay para ti.
Pronto el Rey la puerta cerrará,
Se va el día de oportunidad.
Piensa, — no siempre habrá lugar.
Pues si rechazas este gran amor,
Su voz oirás en tono de dolor:
Ya no, — no hay ningún lugar.
143
A Cristo Jesús presentaron unos niños
A fin de que les diera su divina bendición;
Mas ciertos fieles del Señor
A aquellos niños, con rigor,
Quisieron vedarles su presentación.
Mas no conocían el corazón de Cristo,
Pues él jamás rechaza a los pequeños de sí:
El hecho Cristo observó,
Y con amor les avisó:
Dejad que los niños se acerquen a mí.
Y no cambia nunca su tierna simpatía,
En nada ha variado su magnánimo amor.
Aún hoy desea recibir,
Y con su gracia bendecir,
A los que en él fían por su Salvador.
Y, ¿quién no desea gozar su tierno abrazo,
Y percibir la música de su celeste voz?
Pues dice con benignidad
Del niño de más tierna edad:
Es para los tales el reino de Dios.
144
Voz de Cristo hoy se oye, dulce es;
Ved los niños que acuden a sus pies,
Cuán gustosos prestan todos atención;
Hoy esperan recibir su bendición.
Ved los hombres que estorban con vigor
A que estos niños vengan al Señor:
Todo su afán es vano, pues Jesús
Quiere que los niños vivan en su luz.
Ved las madres con sus hijos alredor,
Esperando el permiso del Señor;
Oh qué gozo cuando dice: Tales son
Los que en mi reino tienen redención.
Entended que para todos hay también
Hoy las mismas bendiciones: ¡Oh qué bien!
Vida eterna, paz y gozo, y perdón.
Ved en Cristo, el Autor de salvación.
145
Lleno de angustia y temores,
En brava y oscura mar,
El hombre, perdido, navega
Cual barco en la tempestad.
Olas de mal le rodean,
Nubes de duda y pavor;
El naufragio eterno del alma
Lo llena de gran terror.
Mira, alma turbada, tu Salvador cerca está:
Vio tu peligro y con suma bondad
Acude a librarte de ruina y dolor;
Domina los vientos, las nubes y el mar,
Y te abre el puerto del bienestar.
Su voz potente en la tempestad trae paz, dulce paz.
Recíbele ahora y navegarás en calma y paz.
Fuerte y solícito acude
Jesús, y con gran bondad
Aborda la frágil barquilla,
Y calma la tempestad.
Libre de todo peligro,
Salvo, seguro y en paz,
Hoy, con Cristo, navega el marino
A eterna felicidad.
146
A tu puerta Cristo está, — ábrele;
Si lo invitas entrará, — ábrele.
Tu pecado quitará, gozo y paz derramará:
Día glorioso te será, — ábrele.
147
Del país distante donde no hay sostén,
Padre, pan, ni casa, ¡ven, hijo, ven!
Bienvenido seas hoy al real hogar.
Dios, el beso de su amor te espera dar.
¿Ves la puerta abierta, sabes para quién?
Para ti, hoy día; ¡ven, hijo, ven!
En su hogar paterno hay lugar también:
Del país del hambre, ¡ven, hijo, ven!
Ojos compasivos tu venida ven;
Fiestas te preparan, ¡ven, hijo, ven!
148
El Rey a la fiesta mandó convidar,
Y tal fue su grande amor,
Que a fin de que todos pudiesen entrar,
Pagó en la cruz con dolor.
Aparejado está, Cristo, llama,
Él te espera, te manda venir,
Bienvenido serás.
Andad por las calles, hacedles venir,
El Rey os convida, decid.
A ricos y pobres se puede decir:
Seréis bienvenidos, venid.
La casa se llena, te espera a ti,
Afuera no puedes vivir,
Y pronto la puerta cerrada será:
El Rey es quien manda venir.
149
¡Cuán bella es la historia
De Cristo, el buen Pastor!
Bajó de su excelsa gloria
Y buscóme con tierno amor.
Buscóme, buscóme
Cuando oveja errante fui.
Hallóme, hallóme;
Día feliz para mí.
Hallóme a gran distancia
Del reino celestial,
Y viendo mi gran desgracia
Me libró de tan grande mal.
Pecados me agobiaban
Y triste estaba yo;
Mas ahora mis labios cantan
Alabanzas al que me salvó.
150
Hay una fuente de amor divino
Do el peregrino calma su sed;
Fuente que salta a vida eterna,
Do amor convida: Venid, bebed.
En la frescura de sus raudales,
Todos los males se calmarán,
Y, renovados los corazones,
Dulces canciones entonarán.
151
¿Qué cimiento hay sobre el cual fundar
Una casa que pueda soportar
Ruda tempestad que ha de venir,
Y al débil edificio destruir?
Sobre la peña mi casa está;
Firme sobre ella permanecerá;
Tempestades la podrán batir,
Pero no podrán esa casa hundir.
¿Quién se fía de arena al cimentar?
De mis obras, ¿cuál me podrá salvar?
Pues, al que en sus obras fianza ve,
De Jesús la sangre no le inspira fe.
Mas el que en Jesús dice confiar,
Esa fe por obras ha de mostrar;
Grande fue el perdón: ¿cuál será el amor
Que por Cristo siente como Salvador?
152
Es en Jesús que pongo yo mi fe,
Y firme en él por siempre estaré.
Las tempestades fuertes que soplarán,
Quitarme de la Roca eterna, nunca podrán.
153
Tú, oh Cristo, de mi vida
Eres luz y protector;
Mal no puede alcanzarme,
Abrigado en ti, Señor;
Esperanza, esperanza
— Tengo en tu grande amor.
Maliciosos enemigos
Daño quiérenme causar,
Mas aquel que me protege
Hace a ellos tropezar;
Y seguro, y seguro
— Yo en él podré confiar.
Una cosa he deseado,
Que de ti yo buscaré;
Es, que en la santa casa
De Jehová yo siempre esté,
Do contigo, do contigo
— Felizmente viviré.
Un abrigo sempiterno
En mi Salvador tendré,
En la Roca escondido
Paz eterna hallaré,
Y triunfante, y triunfante
— A Jehová yo cantaré.
154
Castillo fuerte es nuestro Dios,
Defensa y buen escudo;
Con su poder nos librará
De todo trance agudo.
Con furia y con afán
Acósanos Satán:
Por armas deja ver
Astucia y gran poder;
Cual él no hay en la tierra.
Nuestro valor es nada aquí,
Con él todo es perdido;
Mas por nosotros pugnará
De Dios el Escogido.
¿Sabéis quién es? Jesús,
El que venció en la cruz,
Señor de salvación;
Y porque él solo es Dios,
Él triunfa en la batalla.
Aun si están demonios mil
Pronto a devorarnos,
No temeremos, porque Dios
Sabrá aún prosperarnos.
Que muestre su vigor
Satán, y su furor
Dañarnos no podrá,
Pues condenado es ya
Por la Palabra santa.
155
El Dios Jehová es mi pastor
Y nada faltará;
En pastos suaves, con amor,
Descanso me dará.
Su mano me pastoreará
Por aguas de quietud;
Mi alma él confortará;
Guiaráme en rectitud.
Si en valle oscuro ande aquí,
No temeré el mal;
Tu vara y tu cayado a mí,
Aliento infundirán.
Y mesa para mí habrá,
Tú la aderezarás;
Mi copa rebosando está,
Ungídome tú has.
Seguirme han merced y bien
Mi vida toda acá;
Morar por siempre he también
En casa de Jehová.
156
Oh Cristo, mi deseo a ti volando va;
Mi fe, mi confianza, sustenta sin cesar;
— ¡Oh dulce dueño mío,
Amparo del mortal!
Tu iglesia implora,
Escucha su clamor;
Regresa ya, regresa ya,
Señor Jesús.
Yo sé que tu sufriste la muerte, por lavar
La culpa de los hombres, dejándoles tu paz;
— Por eso en ti confío,
Cordero celestial.
¡Oh cristalina fuente! ¡Oh limpio manantial!
Bendito tú que brotas consuelo sin cesar,
— Que sanas las heridas
Y quitas la maldad.
Jesús, oh dueño mío, desciende, baja ya
En busca de los tuyos, que claman con afán
— Por su Pastor divino,
Eterno, celestial.
157
Si bien mi camino no puedo percibir
Sé quién es del mundo la luz.
De noche o de día yo puedo decir:
Tengo paz, tengo paz en Jesús.
Tengo paz — en Jesús,
Tengo paz, dulce paz, en Jesús.
Por más que Satán me quisiere hacer dudar,
En Cristo confianza tendré;
Su voz cariñosa podré escuchar:
En la cruz yo tu deuda pagué.
¡Mis males llevó! Oh qué dicha saber:
Del todo soy libre, Señor.
No hay más qué hacer, ni hay más qué temer:
¡Gracias, Dios, por tu grande favor!
Tu mano me guarda, seguro yo estaré,
La muerte no infunde pavor;
Tú vives, Señor, yo tu rostro veré:
¡Gratitud hay en mi alma, Señor!
158
A la sombra del Eterno
Tengo grande protección,
Hallo paz y dulce calma
Que me dan aliento aquí;
Si abrumado por la carga
De la vida, en el turbión
Voy a él, con su presencia
— Nueva fuerza pone en mí.
Es Jehová mi fortaleza,
Mi confianza tengo en él;
Él me libra del peligro,
De la muerte y del terror.
De los dardos del maligno
Y de mortandad cruel,
Bajo su ala me defiende
— Y me cubre con su amor.
Aunque caigan a mi lado
Mil y mil por destrucción,
Ningún mal podrá tocarme
Ni la plaga a mí vendrá;
Porque en el Señor yo tengo
Mi refugio y protección;
Cuando clamo, mis plegarias
— Complaciente escuchará.
Él me guarda de tropiezo,
La victoria él me da;
En la palma de su mano
Salvo yo me sentiré;
En la angustia irá conmigo,
Largos años me dará,
Y su salvación eterna
— En la gloria gozaré.
159
Bajo sus alas estoy descansando;
Aunque es de noche, confiado estoy.
Bajo sus alas me encuentro abrigado;
Me ha redimido y su hijo soy.
Descansaré, descansaré
Bajo sus alas preciosas.
Descansaré, sí, descansaré;
Siempre, sí, bajo sus alas.
Bajo sus alas, ¡qué refugio tengo!
El corazón vuelve a descansar,
Y aunque el mundo no ofrece el socorro,
Bajo sus alas, lo puedo hallar.
160
¡Qué grande amigo es mi Señor!
¡Cuán santo, bueno y tierno!
Su mano es fuerte de poder,
Y es su amor eterno.
Pues con los lazos de su amor
A él me ha sujetado,
Después que de la esclavitud
Me hubo libertado.
¡Qué grande amigo es mi Señor!
Él vino acá a buscarme,
Y su pasión en dura cruz
Fue para rescatarme.
La gloria de mi porvenir
Renueva ya mi aliento,
Pues pronto espero recibir
Su buen acogimiento.
¡Qué grande amigo es mi Señor!
Mi guía tan prudente;
Tan ideal Consolador,
Y protector valiente.
Sí, él es mío, y yo de él:
Por siglos sin medida,
Voy a gozar en santo hogar
Las glorias de su vida.
161
Jesús es mi Rey soberano,
Mi gozo es cantar su loor;
Es Rey y me ve cual hermano,
Es Rey y me imparte su amor;
Dejando su trono de gloria
Me vino a sacar de la escoria,
— ¡Y yo soy feliz — por él!
Jesús es mi Amigo anhelado,
Y en sombras o en luz siempre va
Paciente y humilde a mi lado,
Ayuda y consuelo me da;
Por eso constante lo sigo,
Porque él es mi Rey y mi Amigo,
— ¡Y yo soy feliz — por él!
Señor, ¿qué pudiera yo darte
Por tanta bondad para mí?
¿Me basta servirte y amarte?
¿Es todo entregarme yo a ti?
Entonces acepta mi vida
Que a ti sólo queda rendida,
— ¡Pues yo soy feliz — por ti!
162
Fuente de la vida eterna
Y de toda bendición,
Ensalzar tu gracia tierna
Debe cada corazón.
Por tu amor inagotable,
Abundante en perdonar;
Jesucristo adorable,
Gloria a ti debemos dar.
De los cánticos celestes
Te quisiéramos cantar,
Entonados por las huestes
Que lograste rescatar;
Almas que a buscar viniste,
Porque les tuviste amor;
De ellas te compadeciste
Con tiernísimo favor.
Toma nuestros corazones,
Llénalos de tu verdad,
De tu Espíritu los dones,
Y de toda santidad.
Guíanos en la obediencia,
Humildad, amor y fe;
Nos ampare tu clemencia;
Salvador, propicio sé.
163
Cristiano, alaba a tu Señor,
Proclama sus bondades:
Anuncia a todos su amor,
Su gracia y sus verdades.
Alaba, siempre, a tu Salvador,
Y proclama la historia de su amor.
La buena nueva de salud
Declara al angustiado;
Ensalza siempre la virtud
De aquel que te ha salvado.
En todo tiempo, sin temor,
Confiesa a Jesucristo;
No te avergüences del Señor
Que en cruz por ti ha sufrido.
Con fe, constancia y va lor
Sé siempre buen testigo;
Dirige al triste pecador
A Cristo el fiel Amigo.
Ahora, y luego en gloria y luz,
Será por ti entonado:
Tú eres digno, oh buen Jesús,
Cordero inmaculado.
164
Tesoro incomparable, Jesús, amigo fiel,
Refugio del que huye del adversario cruel;
Sujeta compasivo a ti mi corazón,
Ya que en redimirme sufriste la pasión.
Jesús, riqueza mía, mi amante Salvador,
En mis flaquezas eres mi fuerte protector.
Mi paz el enemigo no quitará jamás,
Por más que lo intentare, no lo permitirás.
Al mundo de falacias no pertenezco ya:
El cielo es mi morada, allí Jesús está.
Adonde Cristo habita, con ansia quiero ir;
En sempiterno gozo con él voy a vivir.
165
Es Jesús mi todo en todo,
Suple él mi necesidad;
Me conduce cada día
Por senderos de bondad.
En su amor yo estoy confiado,
Bajo su ala me he amparado;
No habrá dudas ni cuidado,
Él es todo para mí.
Es Jesús mi todo en todo;
Fiel Amigo y Protector;
Buen Pastor que me liberta,
De cuidados y terror.
Es Jesús mi todo en todo,
Quien por mí murió en la cruz;
Nunca cesaré de amarle,
Pues me trajo a vida y luz.
Es Jesús mi todo en todo,
Yo soy suyo y mío es él,
A su amor y a su servicio
Me consagro a serle fiel.
166
Grande gozo hay en mi alma hoy,
Pues Jesús conmigo está;
Y su paz, que ya gozando estoy,
Por siempre durará.
Grande gozo, ¡cuán hermoso!
Paso todo el tiempo bien feliz;
Porque veo de Cristo la sonriente faz,
Grande gozo siento en mí.
Paz divina hay en mi alma hoy,
Porque Cristo me salvó;
Las cadenas rotas ya están,
Jesús me libertó.
Gratitud hay en mi alma hoy,
Y alabanzas a Jesús;
Por su gracia a la gloria voy,
Gozando en la luz.
167
En Cristo mi fe y esperanza están,
Mi amparo y escudo, mi gran capitán:
En él venzo siempre, en él venceré,
Él es mi justicia, en él tengo fe.
Si en sombra de muerte yo he de andar,
Su nombre glorioso me habrá de amparar:
Y cuando en los cielos con Cristo esté,
Su paz y justicia feliz cantaré.
168
Lejos de mi Padre Dios, por Jesús hallado,
Por su gracia y por su amor yo fui rescatado.
En Jesús, mi Señor,
Es mi gloria eterna;
Él me amó y me salvó
Por su gracia tierna.
En Jesús, mi Salvador, pongo mi confianza;
Toda mi necesidad suple en abundancia.
Cerca de mi buen Pastor vivo cada día;
Toda gracia, en su Señor, halla el alma mía.
Guárdame, Señor Jesús, para que no caiga,
Cual sarmiento en la vid, vida de ti traiga.
169
Es Jesús el mejor amigo:
En tristeza o en tentación
Colma él de bendición,
Mi transido corazón:
¡Es Jesús el mejor amigo!
Es Jesús el mejor amigo,
Es Jesús el mejor amigo,
Pues él no me dejará,
Siempre me protegerá,
Es Jesús el mejor amigo.
En Jesús fiel amigo encuentro,
Paz perfecta él a mi alma da;
Apoyado en él estoy,
Sin temor mi ser le doy:
¡Es Jesús el mejor amigo!
Aunque ande en algún peligro
O en sombra de la muerte esté,
Ningún mal me alcanzará,
Pues Jesús me amparará:
¡Es Jesús el mejor amigo!
Y al final, cuando esté reunido
Con los redimidos más allá,
Cantaré yo con fervor,
En presencia del Señor:
¡Es Jesús el mejor amigo!
170
Salvo en los fuertes brazos del tierno Salvador,
Dulce reposo tengo en su inmutable amor.
Vivo bien garantido contra el poder del mal:
Cristo me ha recogido de inmundo cenagal.
Salvo en los fuertes brazos del tierno Salvador,
Dulce reposo tengo en su inmutable amor.
En el desierto triste, por donde paso aquí,
Con gracia me conduce bien apoyado a sí.
Él siente simpatía por todo mi dolor;
Lo cambia en alegría con su sincero amor.
Quiero acá servirle mientras ausente está;
Pues al venir en nubes él me recogerá.
Día en el cual su rostro en plena luz veré,
Y su divina gloria, sin nieblas miraré.
171
Todas las promesas del Señor Jesús
Son apoyo poderoso de mi fe;
Mientras viva aquí cercado de su luz,
Siempre en sus promesas confiaré.
Grandes, fieles,
Las promesas que el Señor Jesús ha dado;
Grandes, fieles,
Confiando en sus promesas yo estaré.
Todas sus promesas para el hombre fiel,
El Señor, en sus bondades cumplirá,
Y confiando espero siempre que por él
Paz eterna mi alma gozará.
Todas las promesas del Señor serán
Luz y fuerza en mi vida terrenal,
Ellas en la dura lid me sostendrán,
Y podré triunfar yo sobre el mal.
172
Tranquilos hallaros podéis los creyentes,
Basando la fe en las promesas de Dios;
— ¿Qué más que lo dicho, queréis que nos diga
A los que nos hemos confiado en Jesús?
Desecha temores, que en todo camino
Y en toda flaqueza tu guarda seré;
— Mi ayuda tú tienes, y auxilio constante:
YO SOY, y a mis fieles amparo daré.
Al alma que en Cristo buscare reposo,
Le ha dicho que nunca la abandonará:
— Por más que el infierno procure vencerla,
Jamás, no jamás, conseguirlo podrá.
173
A Jesús pertenecemos,
Nos debemos alegrar
Que el buen Dios envió a su Hijo
Nuestras almas a salvar.
A Jesús pertenecemos,
Por nosotros él murió;
— Con el precio de su sangre
De la muerte nos libró.
A Jesús pertenecemos,
Y confiamos sólo en él;
Pues su Espíritu nos lleva
Por su senda, siempre fiel.
A Jesús pertenecemos,
Redimidos por su amor;
— A Dios trino y uno, damos
Alabanza, prez y honor.
174
¡Santa Biblia!, para mí eres un tesoro aquí;
Tú contienes con verdad la divina voluntad;
Tú me dices lo que soy,
De quién vine y a quién voy.
Tú reprendes mi dudar y me exhortas sin cesar,
Eres faro que a mi pie va guiando, por la fe,
A las fuentes del amor
De mi tierno Salvador.
Eres infalible voz del Espíritu de Dios,
Que vigor al alma da cuando en aflicción está;
Tú me enseñas a triunfar
De la muerte y el pecar.
Por tu santa letra, sé que con Cristo reinaré,
Y también del pecador, el castigo aterrador;
¡Santa Biblia, para mí
Eres un tesoro aquí!
175
¡Biblia preciosa, de Dios enviada!
¡Celeste antorcha de la verdad!
Su luz me basta nada me falta,
Por ella me habla Dios Jehová.
Tú, Jehová, me hablas a mí,
Yo tuyo soy, y tu voz ya oí.
¡Santa Palabra; grato tesoro!
Ya canta mi alma su plenitud.
Me guía a Cristo do hallo reposo,
Paz, regocijo, vida y salud.
¡Libro divino, guía supremo!
Por ti confío y ando por fe.
¡Gran don del cielo al mundo entero!
Por ti poseo sumo saber.
176
Guíame, poder divino,
Por el valle oscuro aquí;
Extranjero y peregrino,
Necesito yo de ti.
Pan de vida, — sáciame, Señor Jesús.
Guárdame, Dios poderoso,
Quita todo mi temor;
Cólmame de paz y gozo,
Bajo alas de amor.
Luz divina — ilumíname, Señor.
Lléname, amor eterno,
Guárdame en santidad;
Úsame, que soy tu siervo,
Quiero hacer tu voluntad;
¡Aleluya! — Por tu gracia salvo soy.
177
Cerca, más cerca, del buen Pastor,
Cerca, más cerca, oh, mi Salvador,
Tenme, sí, tenme por piedad
— Junto a tu lado en seguridad.
Cerca, más cerca, yo pecador,
Cerca, más cerca de ti, Redentor:
Por mí sufriste muerte de cruz,
— Tu sangre lava mi alma, Jesús.
Cerca, más cerca, ya tuyo soy,
Cerca, más cerca, a tu lado voy.
Quiero, oh Cristo, andar en tu luz;
— Quiero seguirte, cargando mi cruz.
Cerca, más cerca, eres amor,
Cerca, más cerca, te amo Señor.
Tu voz, mi Dueño, quiero oír:
— Sin tu presencia no puedo vivir.
Cerca, más cerca, de día en día,
Cerca, más cerca, tú eres mi guía
Hasta que llegue a tu lado, Señor,
— Do he de verte mi Rey, Salvador.
178
¡Oh Cristo mío!, eres tú mi Amigo fiel;
Seguro amparo en ti encontraré.
En mis aflicciones, buen Jesús, iré a ti,
Y consuelo y dicha me darás a mí.
Cristo, ven más cerca;
Paz perfecta en mi alma pon;
Cerca, sí, más cerca de mi corazón.
Cuando en la noche vea yo estrellas mil,
Tu voz hermosa pueda mi alma oír.
Haz que yo medite en tu tierno y dulce amor,
Y que yo te alabe, lleno de fervor.
Cuando esta vida tenga yo que abandonar,
Corona hermosa tú me ceñirás;
Y con dulce canto tu bondad alabaré,
Y en mansión de gloria siempre moraré.
179
Toma, oh Dios, mi mano y guíame,
No como yo lo quiero, Padre, diré.
De Satanás los lazos no temeré,
En tus potentes brazos descansaré.
Toma, oh Dios, mi mano: de Cristo soy
Y por su sangre salvo, al cielo voy.
Estrecho es el camino, poca mi fe;
Señor, en mi cansancio, susténtame.
Toma, oh Dios, mi mano, y llegaré
A tu glorioso reino, do yo veré
A tu Hijo bien amado, mi Salvador,
Y ante él, postrado, daré loor.
180
Oh Cristo, tu ayuda yo quiero tener
En todas las luchas que agitan mi ser;
Tan sólo tú puedes el alma salvar,
Tú sólo, la fuerza me puedes prestar.
Oh Cristo, yo quiero llegar a vivir
De aquellos alientos que haces sentir
Al alma que, huyendo del mal tentador,
Se vuelve anhelante y acepta tu amor.
Oh Cristo, yo quiero tus huellas seguir,
Y gracia constante de ti recibir;
Hallar en las noches contigo la luz,
Alivio a mis penas al pie de tu cruz.
181
Tú sabes que te amo, oh Señor,
Mi Salvador, mi Dueño, mi Amor:
Mas quiero ver la gloria de tu faz,
A fin de amarte, Cristo, más y más.
Tú sabes que te quiero, oh mi Dios,
Tan dulces los acentos de tu voz:
Oírte siempre quiero, háblame,
Tus leyes en mi alma guardaré.
A ver tu hermosura buscaré,
Y en tu santa casa viviré:
Allí podréte siempre contemplar,
Oír, amar, seguir y adorar.
182
Nuestro sol se pone ya,
Todo en calma quedará;
La plegaria levantad
Que bendiga la bondad de nuestro Dios.
¡Santo, santo, santo, Señor Jehová!
Cielo y tierra, de tu amor
Llenos hoy están, Señor, ¡loor a ti!
Oh Señor, tu protección
Dale hoy al corazón;
Dale aquella dulce paz
Que a los tuyos siempre das con plenitud.
Oh Señor, que al descansar
Pueda en ti seguro estar,
Y mañana, mi deber
Pueda siempre fiel hacer en tu loor.
183
Por lo hermoso que hay, Señor,
En la tierra, cielo y mar;
Por tu paternal amor,
Nuestra bendición sin par,
Te ofrecemos hoy, Señor,
Alabanza y loor.
Por el día con su luz,
Por la noche y el albor,
Por el valle y río azul,
Por el árbol y la flor,
Te ofrecemos hoy, Señor,
Alabanza y loor.
Por mostrarnos tu amor,
Por cuidado paternal,
Por salud y por vigor
Y por protección del mal,
Te ofrecemos hoy, Señor,
Alabanza y loor.
Por tu inefable Don,
Nuestro Salvador, Jesús
Quien pagó nuestro perdón
Por su muerte en la cruz,
Te ofrecemos hoy, Señor,
Alabanza y loor.
184
Dios te guarde en su santo amor;
Cuídete poder divino,
Guíete por su camino;
Dios te guarde en su santo amor.
Ante el Salvador, postrado a sus pies,
Dios te guarde contra el tentador;
Ante el Salvador, para obedecer,
Dios te guarde en su santo amor.
Dios te guarde en su santo amor;
De sus alas al abrigo
No te venza el enemigo;
Dios te guarde en su santo amor.
Dios te guarde en su santo amor;
De los males de esta vida
Salvación te es ofrecida;
Dios te guarde en su santo amor.
Dios te guarde en su santo amor;
Que de Cristo la bandera
Te cobije por doquiera;
Dios te guarde en su santo amor.
185
Con gran gozo y placer
Nos volvemos hoy a ver:
Nuestras manos otra vez estrechamos.
Se contenta el corazón
Ensanchándose de amor;
Todos a una voz a Dios gracias damos.
Bienvenido, bienvenido,
Los hermanos de aquí
Nos gozamos en decir:
Bienvenido, bienvenido,
Al volvernos a reunir: Bienvenido.
Dios nos guarde en este amor,
Para que de corazón,
Consagrados al Señor le alabemos.
En la eterna reunión,
Do no habrá separación
Ni tristeza ni aflicción, cantaremos:
¡Aleluya! ¡Aleluya!
Todos juntos con Jesús,
Todos juntos en la luz.
¡Aleluya! ¡Aleluya!
Todos salvos por su cruz. ¡Aleluya!
186
Señor, yo he prometido servirte con amor;
Concédeme tu gracia, mi Amigo y Salvador.
No temeré la lucha si tú a mi lado estás,
Ni perderé el camino si tú guiando vas.
El mundo está tan cerca, abunda tentación,
Y suave es el engaño, es necia la pasión:
Ven tú, Señor, más cerca, mostrando tu piedad,
Y escuda al alma mía de toda iniquidad.
Y si mi mente vague ya incierta, ya veloz,
Concédeme que escuche, Señor, tu clara voz.
Anímame si paro, inspírame también;
Repréndeme si temo en algo hacer el bien.
187
Tuyo soy, Señor, ya tu voz oí,
De tu gracia me habló a mí;
Puesta en ti mi fe quiero yo vivir,
Y más cerca estar de ti.
Más cerca, cerca de tu cruz
Llévame, oh Salvador;
Más cerca, cerca, cerca de tu cruz
Do salvaste al pecador.
A seguirte fiel, me consagro hoy,
Constreñido por tu amor;
Y gozoso mi ser entero doy
Por servirte mi Señor.
Oh cuán pura y santa delicia es
De tu comunión gozar,
Y contigo hablar, y tu dulce voz
Cada día escuchar.
De tu grande amor no sabré jamás
La inmensa profundidad,
Hasta el día en que vea yo tu faz
En gloriosa eternidad.
188
A cualquiera parte sin temor iré
Si el Señor dirige mi inseguro pie;
Sin su compañía, todo es pavor;
Mas si él me guía, no tendré temor.
Con Jesús, por doquier sin temor iré:
Mi Señor me guía y nada temeré.
Con Jesús por guía, donde quiera voy,
Caminando en pos de él, seguro estoy;
Aunque padre y madre no me quieran ya,
Mi Señor me ama y no me dejará.
Do el Señor me envíe yo gozoso iré,
Quiero, sin cesar, ser su testigo fiel.
Pues no importa donde mi camino va
Guiador seguro mi Señor será.
No me causa miedo este valle atroz
Porque siempre oigo su benigna voz;
Un seguro amparo en mi Señor tendré
Y a su lado siempre yo caminaré.
189
Acudo a ti, Señor, en mi debilidad;
Tú eres fuerte, y tu poder es mi seguridad.
Jamás me rendiré si tú me das poder;
Con el escudo de la fe el mal he de vencer.
Mi Salvador y Rey, por ti pelearé:
Soldado fiel yo quiero ser, y guarda de la fe.
190
Avívanos, Señor; sintamos el poder
Del Santo Espíritu de Dios
En todo nuestro ser.
Avívanos, Señor, con nueva bendición:
Inflama el fuego de tu amor en cada corazón.
Avívanos, Señor, tenemos sed de ti;
Las lluvias de tu bendición
Derrama ahora aquí.
Avívanos, Señor, renueva nuestra fe,
Y lo que tú nos digas hoy,
Haznos obedecer.
191
Más santidad dame, más odio al mal,
Más calma en las penas, más alto ideal;
Más fe en mi Maestro, más consagración,
Más celo en servirle, más grata oración.
Más férvido hazme, más sabio en él,
Más firme en su causa, más fuerte y fiel;
Más recto en la vida, más triste al pecar,
Más como un hijo, más pronto en amar.
Más pureza quiero, más fuerza en Jesús;
Más de su dominio, más paz en la cruz;
Más rica esperanza, más obras aquí,
Más ansia del cielo, más gozo allí.
192
Mi mano ten, pues yo soy flaco y débil;
Sin ti no puedo riesgos afrontar;
Tenla, Señor, mi vida el gozo llene
Al verme libre así de todo azar.
Ten tú mi mano, tenla Señor;
En ti confío, mi fuerte Protector.
Mi mano ten; que tu presencia anime
Mi regocijo y esperanza en ti;
Tenla, Señor, y compasivo impide
Que vuelva a caer en mal como caí.
Mi mano ten, Señor, conmigo habla,
Ven, muéstrame tu infinito amor.
Alienta tú mi alma atribulada,
Y en mí provoca así un nuevo ardor.
Mi mano ten; mi senda es tenebrosa
Si no la alumbra tu radiante faz;
Por fe que alcance a percibir tu gloria,
¡Cuán grande gozo! ¡Cuán profunda paz!
193
Cristo, tu santo amor diste a mí
Cuando la cruz, Señor, sufriste aquí.
Acepto tu virtud y hoy en gratitud,
Cumplo con prontitud, me rindo a ti.
Ante el trono estás, ruegas por mí,
Por eso sostendrás mi fe en ti;
Mi cruz podré llevar, tu gracia proclamar,
Tu nombre ensalzar, todo por ti.
Un corazón de amor, quiero Jesús,
Y que esté, Señor, lleno de luz;
Así podré servir, el tiempo redimir,
Y almas dirigir, Señor, a ti.
Lo que yo tengo y soy, por tu favor,
Alegre a ti lo doy, Cristo, Señor.
Tu rostro yo veré, contigo estaré,
Y siempre yo seré algo por ti.
194
Mi amor y vida doy a ti,
Señor, quien en la cruz por mí
Vertiste sangre carmesí,
Mi Dios y Salvador.
Que tú me salvas, esto sé;
He puesto en ti mi débil fe:
Feliz por siempre viviré
Contigo, mi Señor.
Concédeme, Señor Jesús,
Que siempre ande en tu luz,
Llevando en pos de ti mi cruz,
Mostrando tu amor.
Mi amor y vida doy a ti
Que fuiste a la cruz por mí,
Mi amor y vida doy a ti,
Jesús mi Salvador.
195
Que mi vida entera esté
Consagrada a ti, Señor;
Que mis manos sirvan ya
Al impulso de tu amor.
¡Guárdame, Señor, por tu bondad.
Límpiame de toda mi maldad.
Traigo a ti mi vida, para ser, Señor,
Tuya por la eternidad!
Que mis pies tan sólo en pos
De lo santo puedan ir,
Y que a ti, Señor, mi voz,
Se complazca en bendecir.
Que mi tiempo todo esté
Consagrado a tu loor,
Que mis labios al hablar
Siempre agraden al Señor.
196
Mira, Señor, mi pobre corazón,
Dime la más sutil imperfección;
Descúbreme el mal que ignoré,
Hazme vencerlo hoy y límpiame.
Bendito Dios de gracia y verdad,
Obra en mí tu buena voluntad;
Anhelo andar en el Espíritu,
Vivificado con tu gran virtud,
Usa mi vida, Dios, ya tuya es,
De tu presencia, llénala, Señor.
Supliendo tú, mi gran necesidad,
Tornas mi anhelo en santa realidad.
197
Señor, seguirte quiero,
Guiado por tu luz;
Mi ser a ti consagro,
Ya salvo por tu cruz.
¡Oh, cada día y hora contigo quiero estar!
¡Ven, ven Jesús, y guarda mi alma de pecar!
198
Oh háblame, y hablaré
En ecos vivos de tu voz.
Ya que me hallaste, buscaré
A los perdidos y sin Dios.
Sé tú mi guía y guiaré
Al que errabundo y triste va;
Susténtame y así daré
Al alma hambrienta tu maná.
Hazme gozar tu dulce paz,
Y así, Señor, podré llevar
El gozo que tú sólo das,
Que quita el lloro y el pesar.
¡Oh lléneme tu plenitud!
Haz que rebose en mí tu amor;
Y que tu gracia y tu virtud
Se vean en mí, Jesús, Señor.
Me entrego a ti, un servidor,
Sea hecha en mí tu voluntad.
Mi todo en todo sé, Señor,
Ahora y en la eternidad.
199
Muchos que viven en tu derredor,
Tristes y hambrientos están;
Tú, por tu vida, les puedes llevar
Gozo, luz y bendición.
Usa mi vida, usa mi vida
Para tu gloria, oh Señor;
Todos los días y hoy quiero ser,
Testigo tuyo, Señor, por doquier.
Di a los tristes que Dios es amor,
Él quiere dar su perdón
A los que vienen a Cristo Jesús
Buscando paz, salvación.
Toda tu vida hoy rinde al Señor;
Cada momento sé fiel.
Cuando otros vean en ti su amor
Se rendirán luego a él.
200
¿Es tu vida corriente de gracia?
¿Por ti fluye de Dios el amor?
¿A llevar el mensaje, estás listo,
De Jesús al infiel pecador?
¡Haz de mi vida corriente de amor!
¡Haz de mi vida corriente de amor!
Señor, me tienes aquí rendido:
¡Haz de mi vida corriente de amor!
¿Es tu vida corriente de gracia?
¿Del perdido te aflige el dolor?
¿Le has contado la historia de Cristo
Que murió por el vil pecador?
¿Es tu vida corriente de gracia?
¿Hablas siempre de Cristo doquier,
La noticia bendita que salva
Al perdido que va a perecer?
No seremos corriente de gracia
Si en pecados solemos andar.
Nuestras vidas a Cristo rindamos
Cual ofrenda preciada en su altar.
201
Toma, oh Señor, mi entero ser,
Tu voluntad yo quiero hacer,
Tal como soy me entrego a ti,
¡Oh ven y mora en mí!
Toma mi ser, Dios mío,
En tu bondad confío;
Mi vida, oh Dios, transforma
Según tu voluntad.
Quita, oh Señor, mi vanidad,
Mi orgullo y mundanalidad;
Dame en tu grande compasión
Un limpio corazón.
Hazme cual el Señor Jesús,
Llena mi ser de amor y luz:
Quiero servirte, oh mi Señor,
Con devoción y ardor.
202
¡Loadle! ¡Loadle! Cristo, Señor de señores,
Cielo y tierra, canten de su Creador.
Bendecidle, santos, unid vuestras voces,
Proclamadle, digno es de todo honor.
Cual Pastor, amante a su pueblo guía,
Y en sus brazos nunca habrá temor.
¡Loadle! ¡Loadle! Cristo, Señor de señores,
Tributadle vuestra adoración.
¡Loadle! ¡Loadle! Cristo, Señor de señores,
Con su sangre nuestra maldad borró;
Por su muerte hoy recibimos la vida
Y justicia por su resurrección;
De su grande y celestial riqueza
Él nos brinda toda consolación.
203
Cristo, tu voluntad sea hecha siempre en mí;
Confiando en tu bondad yo rindo a ti mi ser;
En medio del dolor o en medio de la paz
Me rodeará tu amor y nada temeré.
Cristo, tu voluntad enséñame a hacer;
Líbrame de maldad, y dame sumisión.
Lloraste tú también, por eso a ti vendré:
¡Oh Salvador, mi bien, sé mi Consolador!
Cristo, tu voluntad gustoso acataré;
Cumplirla con lealtad, Señor, procuraré;
No quiero yo trazar mi senda sino en ti;
Quiero contigo andar y hacer tu voluntad.
204
Firmes y adelante, huestes de la fe,
Sin temor alguno, que Jesús nos ve.
Jefe soberano, Cristo, al frente va,
Y la regia enseña tremolando está.
Firmes y adelante,
Huestes de la fe.
Sin temor alguno,
Que Jesús nos ve.
Al sagrado nombre de nuestro Adalid,
Tiembla el enemigo y huye de la lid.
Nuestra es la victoria, dad a Dios loor;
Y óigalo el averno lleno de pavor.
Muévese potente, pueblo fiel de Dios;
De los ya gloriosos marcha siempre en pos;
Somos sólo un cuerpo, y uno es el Señor,
Una la esperanza y uno nuestro amor.
Tronos y coronas pueden perecer;
De Jesús la iglesia fiel habrá de ser;
Nada en contra suya prevalecerá,
Porque la promesa nunca faltará.
205
Despertad, despertad, oh cristianos,
Vuestro sueño funesto dejad,
Que el cruel enemigo asecha
Y cautivos os quiere llevar.
Despertad, las tinieblas pasaron,
De la noche no sois hijos ya,
Que lo sois de la luz y del día,
Y tenéis el deber de velar.
Despertad y bruñid vuestras armas,
Vuestros lomos ceñid de verdad,
Y calzad vuestros pies, aprestados,
Con el grato evangelio de paz.
Basta ya de profundas tinieblas,
Basta ya de pereza mortal,
Revestid, revestid vuestro pecho
Con la cota de fe y caridad.
La gloriosa armadura de Cristo
Acudid con anhelo a tomar,
Y confiad que el dardo enemigo
No la puede romper ni pasar.
¡Oh cristianos, antorcha del mundo!
De esperanza el yelmo tomad,
Embrazad de la fe el escudo
Y sin miedo, corred a luchar.
206
Luchad, luchad por Cristo,
Soldados de la cruz;
Alzada la bandera,
Enhiesta por Jesús.
Vestíos la armadura,
Velando en oración,
Luchad, luchad por Cristo,
Tendréis su bendición.
Luchad por Cristo,
Soldados de la cruz;
Batiendo al enemigo,
Sed fieles, sed fieles a Jesús.
Soldados siempre firmes,
Por el Señor luchad,
Peligros no os muevan,
El premio recordad.
Sed guardas vigilantes,
La noche pasa ya,
Al ruido del combate
El triunfo seguirá.
Luchad, luchad por Cristo,
Confiad en su poder
Que vuestro brazo es débil
Y ha de perecer.
De triunfo en triunfo siempre,
Mostrando gran valor,
Haced que el mundo vea
Que Cristo es vencedor.
207
Siempre adelante, de Jesús en pos,
Marcha el buen cristiano atento a su voz:
Alta la bandera, firme el ademán,
Fiel, sufrido y pronto, sigue al Capitán.
Marchen compañeros, con el Capitán;
Nuestra es la victoria, vamos a Canaán.
Huestes enemigas, siervos de Satán,
Fuerzas infernales contra él están.
Las mundanas armas nada valen ya;
Sólo en el Dios alto su sostén será.
Larga es la pelea, dura y tenaz;
Pero el Dios de guerra quien es Dios de paz,
Al que en él confía siempre ayudará
Y, en Jesucristo, triunfador será.
208
De mi tristeza y esclavitud,
Vengo Jesús, vengo Jesús,
A tu alegría y a tu virtud.
Vengo, Señor, a ti.
De mi pobreza y enfermedad,
A tu salud y rica bondad;
A tu presencia, con humildad,
Vengo, Señor, a ti.
De mi flaqueza y falta de luz,
Vengo Jesús, vengo Jesús,
Al eminente bien de tu cruz,
Vengo, Señor, a ti.
Del sufrimiento, que es terrenal,
A ti, mi Médico celestial,
Para ser libre de todo mal,
Vengo, Señor, a ti.
De mi soberbia y necedad,
Vengo Jesús, vengo Jesús,
Para morar en tu voluntad,
Vengo, Señor, a ti.
De mis temores y mi dolor,
A lo del cielo consolador,
Para por siempre darte loor;
Vengo, Señor, a ti.
209
Cuando tempestades surgen al redor
Y desanimado estás y con temor;
Ve las bendiciones que el Señor te da:
¡Si las cuentas todas, te admirarás!
Ve lo mucho que el Señor te da,
Ve lo mucho que el Señor te da;
Bendiciones, ¡todas son de Dios!
Cuenta cuánto es lo que el Señor te da.
Cuando estés luchando contra el tentador,
Piensa en Jesucristo y su grande amor,
Ve las bendiciones que el Señor te da,
¡Si las cuentas todas, te admirarás!
210
Cumpliendo tu mandato,
Con viva fe y amor,
Bajamos hoy al agua,
Mostrando así, Señor,
En símbolo sencillo
Por esta sumersión,
El hecho excelso y magno
De nuestra redención.
Al mar de muerte y juicio
Bajó el buen Jesús,
Y sobre él pasaron
Las olas, en la cruz.
Con nuestras transgresiones
Dios mismo le cargó,
Y para rescatarnos
Su sangre derramó.
La fe hoy profesamos
En ti, Señor Jesús,
De Dios amado Hijo,
De nuestra vida, luz.
Ya nuevas criaturas,
De ti es nuestro ser,
Constantes deseamos
Cumplir con el deber.
211
Si me preguntan de quién seré
Y a quién he de seguir:
Por Cristo siempre declararé,
Servirle es vivir.
Tal el amor de mi buen Jesús,
El que por mí murió,
Que, por su muerte en la cruz,
Él mi amor ganó.
En otro tiempo, con afán,
Seguí a Satanás:
Mas mis afectos ya serán
Al Príncipe de paz.
Al buen Jesús le aclamo hoy,
Mi Dios y mi Señor.
Gustosamente mi ser le doy,
Seré su servidor.
De mar a mar él dominará,
Vendrá con gran poder;
Mi corazón él gobierna ya,
Es dueño de mi ser.
212
¡No me apartan, no, de ti!
Me ha vencido tu amor.
Tú moriste en cruz por mí,
Tuyo, el todo ya será.
Fue Jesús quien paz me dio:
¡A Jesús no dejo yo!
Veo en ti mi sumo bien,
Lleno eres de poder.
Contra el mundo pecador
Siempre espero en tu amor.
Del pecado me salvó:
¡A Jesús no dejo yo!
Mi confianza eres tú,
Hasta el fin de mi vivir.
Sé que todo es para bien,
Aunque tenga que sufrir.
Mi tristeza ya quitó:
¡A Jesús no dejo yo!
Nada puede el mundo dar
Que contente al corazón.
Mi alma puedes tú colmar
De infinita bendición;
Ya contenta pronunció:
¡A Jesús no dejo yo!
213
Para el mundo entero tenemos
Un mensaje de gozo y solaz:
Un mensaje de luz y de gracia,
— De perdón y consuelo y paz.
Cambiará la noche en día
Por el triunfo de la cruz;
Y vendrá el reino de nuestro Dios:
El reino de amor y luz.
Para el mundo entero tenemos
Dulces himnos de gracia y amor
Que nos muestran la senda de vida,
— Que nos cantan del Salvador.
Para el mundo entero tenemos
La historia de Cristo Jesús,
El que vino aquí para darnos
— Su eterna y bendita luz.
214
Sigamos al Rey, sigamos al Rey,
Y unidos con él, procuremos
Con todo afán, vencer a Satán,
Seguros que el triunfo obtendremos.
Llamemos a otros que se unan con nos
Y brazo a brazo, luchando también,
Podremos así, con gran gozo estar
Siguiendo, siguiendo al Rey.
215
La historia de la redención,
La voz del evangelio,
Llevad a toda la nación,
A cada aldea y pueblo:
El nacimiento de Jesús,
Su vida en este mundo,
Su muerte amarga de la cruz,
La gloria de su triunfo.
El evangelio de Jesús
Proclama paz al hombre;
Las buenas nuevas de salud
Se anuncian por su nombre.
La noche eterna de dolor
Al mundo está llegando;
La iglesia espera a su Señor,
Su noche va pasando.
Sostiene dura lucha aquí
La iglesia militante:
Y sirve a Cristo siempre allí
La iglesia hoy triunfante;
En derredor del trono está,
Sus palmas tremolando,
Sus voces cantan sin cesar
Loores tributando.
216
¡Oh mi Dios, oh Rey eterno!
Tu poder se extenderá;
En los cielos y en la tierra,
Para siempre reinarás.
— Al creyente
Dios la vida eterna da.
Admirable, Consejero,
Príncipe de paz, vendrá:
Llena, sí, será la tierra,
Tu verdad la llenará;
— Aun las islas
Tu perenne luz verán.
Ved la luz que se levanta
Sobre toda la nación;
Id y enseñad– tú dices,
Y tus siervos doquier van
— Predicando
Tu gloriosa salvación.
Tú, oh Cristo, nos ayudas,
Con tu iglesia siempre estás;
En ti sólo confiamos,
No nos dejes desmayar,
— Tú diriges,
Y tu reino triunfará.
217
Despliegue el cristiano su santa bandera,
Y muéstrela ufano del mundo a la faz:
¡Soldados valientes!, el triunfo os espera;
Seguid vuestra lucha constante y tenaz.
Despliegue el cristiano su santa bandera,
Domine baluartes y almenas a mil;
La Biblia bendita conquiste doquiera,
Conozca sus triunfos la turba gentil.
Despliegue el cristiano su santa bandera,
Y luzca en el frente de audaz torreón;
El monte y la villa, la hermosa pradera,
Contemplen ondeando tan bello pendón.
Despliegue el cristiano su santa bandera,
Predique a los pueblos el Libro inmortal,
Presente a los hombres la luz verdadera,
Que vierte ese claro, luciente fanal.
Despliegue el cristiano su santa bandera,
Y muéstrese bravo batiéndose fiel;
Para él no hay foso, para él no hay barrera:
Que lucha a su lado el divino Emanuel.
218
Escuchad, Jesús nos dice:
¿Quiénes van a trabajar?
Campos blancos hoy aguardan
Que los vayan a segar.
Él nos llama cariñoso,
Nos constriñe con su amor;
— ¿Quién responde a su llamada:
Heme aquí, yo iré, Señor?
Si por tierras o por mares
No pudieres transitar,
Puedes encontrar hambrientos
En tu puerta que auxiliar;
Si careces de riquezas,
Lo que dio la viuda da;
— Si por el Señor lo dieres,
Él te recompensará.
Si como elocuente apóstol
No pudieres predicar,
Puedes de Jesús decirles
Cuanto al hombre supo amar;
Si no logras que sus culpas
Reconozca el pecador,
— Conducir los niños puedes
Al benigno Salvador.
219
La Palabra del Señor — predicad;
Con anhelo y oración predicad.
Ante el mundo burlador
Sed testigos de su amor:
El poder del Salvador, predicad.
El ejemplo del Señor — imitad;
Su humilde y tierno amor imitad,
Su constancia en la oración,
Su paciencia en la aflicción,
Su bondad y compasión, imitad.
La venida del Señor — esperad:
Él vendrá, no tardará; esperad.
Como siervos del gran Rey,
Trabajad con celo y fe,
Si sembráis, recogeréis: esperad.
220
Sembraré la simiente preciosa
Del glorioso evangelio de amor,
Sembraré, sembraré mientras viva,
Dejaré el resultado al Señor.
Sembraré, — mientras viva, simiente de amor,
Segaré, — al hallarme en la casa de Dios.
221
¡Oh llamad a los perdidos,
Tan lejanos del redil!
Y que sean atraídos
Al cuidado pastoril.
¡Sí, llamad a los peores,
Sumergidos en maldad!
Por salvar a pecadores
Cristo espera, ¡oh llamad!
¡Oh llamad a los cansados
Por esfuerzos sin valor!
Sin sus obras son salvados
Los que creen al Señor.
¡Sí, llamadles! Dios invita
A que acepten su bondad,
Y con sumisión contrita
A él vengan, ¡oh llamad!
¡Oh llamadles, que conozcan
Al que da cabal salud!
Y que nunca más carezcan
De su gran solicitud.
Ofrecedles vida eterna,
Celestial felicidad;
Y con caridad fraterna
Siempre al pecador llamad.
222
Trabajad, trabajad, somos siervos de Dios,
Seguiremos la senda que el Maestro trazó;
Renovando las fuerzas con bienes que da,
El deber que nos toca cumplido será.
Trabajad, trabajad;
Afanad, afanad.
Esperad y velad:
Que el Maestro pronto volverá.
Trabajad, trabajad, hay que dar de comer
Al que pan de la vida quisiere tener:
Hay enfermos que irán a los pies del Señor
Al saber que por gracia los sana su amor.
Trabajad, trabajad;
Afanad, afanad.
Haya fe, haya luz:
Sed fieles al Señor Jesús.
Trabajad, trabajad, fortaleza pedid:
El reinado del mal con valor combatid;
Conducid sus cautivos al Libertador,
Y decid que por gracia redime su amor.
Trabajad, trabajad;
Afanad, afanad.
Esperad y velad:
Que el Maestro pronto volverá.
223
¡Ved los millones que entre las tinieblas
Yacen perdidos, sin un Salvador!
¿Quién, quién irá las nuevas proclamando,
De que en Jesús, Dios salva al pecador?
Todo el poder mi Dios me dio
Dijo a sus siervos el Señor,
Id al mundo y proclamad el evangelio,
Yo estoy con vosotros siempre.
¡A mí venid!, la voz divina llama.
Clamad: ¡Venid! en nombre de Jesús.
Para salvarnos de la muerte eterna
Él dio su vida en la dura cruz.
Que venga presto el día glorioso,
En que los redimidos se unirán,
Y en coro excelso, santo, jubiloso,
Eternalmente gloria a Dios darán.
224
Esperamos la venida del Señor,
Sin dudar su gran promesa de amor;
Viene por sus redimidos, los llevará unidos
A dónde no hay peligros ni temor.
Cuando venga, la trompeta sonará
Y a todos los creyentes llamará:
Muertos ya resucitados y todos transformados,
Con rapidez, al cielo llevará.
225
Sobre el tumultuoso ruido mundanal,
Se oye el llamamiento de Cristo: A trabajar.
De Cristo oíd la voz.
La voz de Cristo os ordena las nuevas llevar;
Con el glorioso evangelio al mundo alumbrar.
Entre nosotros, doquier estemos, irá nuestro Rey,
Marchemos, pues, resueltos, con valor y fe.
De lejanas tierras nos llaman sin cesar
Almas oprimidas, su yugo a destrozar.
Es la mies muy grande, obreros faltan ya;
¿Quién al llamamiento de Cristo acudirá?
Id por todo el mundo, la orden Cristo da,
Id, y el evangelio a todos anunciad.
226
¿Quién a Cristo quiere desde hoy seguir,
Su pendón alzando, yendo a combatir?
¿Quién le quiere humilde y fiel aquí servir,
Siempre obedecerle, darle su existir?
¿Quién seguirle quiere? ¿Quién responderá
Al buen Redentor: Heme aquí, yo iré?
¿Quién doquier que fuere tras su huella irá?
¿Quién dirá al Señor: Yo te seguiré?
¿Quién seguirle quiere con profundo amor,
Dándole la gloria, dándole el honor;
De su noble causa, siendo defensor,
Y en su santa viña, fiel trabajador?
¿Quién seguirle quiere sin vacilación,
A su seno huyendo de la tentación,
Sin dudar, confiando en su protección,
Y gozando siempre de su bendición?
227
¿Quién es de la parte del buen Salvador,
Pronto a dedicarse hoy a su Señor,
Y que abandonando su falaz vivir
Quiere acá servirle y con él sufrir?
¿Quién de Cristo al lado quiere caminar?
¿Quién hasta él desea a los demás guiar?
Por tu rica gracia, por tu grande amor,
Henos de tu parte, para ti, Señor.
No ambicionamos gloria y poder,
Mas queremos ya tu voluntad hacer.
Quien tu perdurable gracia llega a ver,
Vese constreñido, de tu parte a ser.
No con oro o plata, ¡oh Jesús, Señor!
Tú nos redimiste, con divino amor.
Fue con sangre tuya, ¡santa libación!
Con que efectuaste nuestra redención.
La batalla dura siempre habrá de ser:
Enemigos fuertes hemos de tener;
Mas omnipotente es nuestro Capitán,
Ha vencido ya la fuerza de Satán.
228
Partió mi Maestro a un hermoso país
Que lejano está.
Dejóme mandato, y ser constante y leal
Mi deber será.
Fiel quiero serle hasta esperar su venida;
En su servicio siempre constante y veraz.
Fiel quiero serle, por do su mano me lleve,
Hasta tener el gozo de ver su faz.
Ya blancas están las regiones, y los obreros
Muy pocos son;
Entonces, gozoso, acepto luego mi sitio
Y mi porción.
¿Podrán otros ir a la viña luego, y yo
Negligente ser?
¿Usar sus talentos podrán los otros
Y el mío yo esconder?
Se acerca el momento de su venida,
Mas, cuándo, yo no lo sé;
Tan sólo anhelo me encuentre siempre
Activo, ferviente y fiel.
229
Obreros somos del Señor,
Llamados por su grande amor,
Semilla vamos a sembrar,
Que el Salvador ha de regar.
El mundo vil el campo es,
El tiempo va con rapidez,
Y Satanás, mal sembrador,
Cizaña siembra en derredor.
Al trabajo vamos hoy, pues Jesús nos llama,
Lluvias de gran bendición, el Señor derrama.
La semilla crecerá, el aumento nos dará.
Vamos, vamos, vamos a sembrar.
Los sembradores del Señor
Sembramos con ferviente ardor
Semilla de la incorrupción
Que brote para salvación;
Gavillas tan preciosas son
Los hijos de la redención
Que el Salvador Jesús compró
Cuando en la dura cruz murió.
Jesús muy pronto bajará,
Y a la gloria llevará
La iglesia, que es su galardón,
Trofeo de la redención.
El fruto de su obra aquí
Él gozará en la gloria allí,
El triunfo de su majestad,
Su gozo por la eternidad.
230
Ved que acercándose el día va,
En que el Señor, en su gloria, vendrá
A recoger en su alfolí
Lo que sembramos en tanto aquí.
Su fruto recogerá, sí, su fruto recogerá.
Vamos sembrando con vivo amor
Dulces palabras del buen Salvador.
Siempre orando con celo y con fe,
Para que rica cosecha nos dé.
Entre zarzales podrá caer
Cierta semilla y no florecer,
Mas el Señor a segar vendrá
Y su buen fruto recogerá.
Su fruto recogerá, sí, su fruto recogerá.
Muy largo tiempo podrá pasar
Antes de ver su semilla brotar,
Mas ciertamente el Señor vendrá
Y su buen fruto recogerá.
Su fruto recogerá, sí, su fruto recogerá.
231
Cuando la trompeta suene en aquel día final,
Y el alba eterna rompa en claridad;
Cuando cada alma salva en el cielo se ha de hallar
Y que sea pasada lista, allá he de estar.
— Cuando allá se pase lista,
Allá he de estar.
En aquel ansiado día en que muerte ya no habrá,
Y su gloria el Salvador impartirá;
Cuando los ya salvos entren a su celestial hogar,
Y que sea pasada lista, allá he de estar.
Trabajar por mi Maestro mi deseo ha de ser
Mientras él me dé su fuerza y poder;
Y al fin de mi carrera mi Señor me ha de llamar:
Cuando sea pasada lista, allá he de estar.
232
Iglesia de Cristo, reanima el amor,
Y alegre en la noche espera al Señor.
Jesús, el Esposo, vestido de honor,
Viniendo se anuncia con fuerte clamor:
Sí, viene en las nubes, Jesús el Señor.
Si algunos dormitan, sintiendo el dolor,
La fe sea de todos el despertador.
Velad, compañeros, velad sin temor,
Que está con nosotros el Consolador,
Y viene en las nubes, Jesús el Señor.
El hombre en sus males, infiel pecador,
Se entrega en las manos del sueño traidor,
Mas el que es amado del buen Salvador,
Velar esperando prefiere mejor;
Pues viene en las nubes, Jesús el Señor.
La noche difunde su negro pavor,
Más pronto del alba saldrá el resplandor.
En tanto esperamos del día su albor,
Cantemos en coro con gracia y ardor,
Que viene en las nubes, Jesús el Señor.
233
Viene otra vez nuestro Salvador,
¡Ojalá fuera hoy!
Fruto verá de su gran amor,
¡Ojalá fuera hoy!
Es su promesa de interés,
Pues a su esposa en esta vez,
Ha de llevar con rapidez,
¡Ojalá fuera hoy!
¡Gloria! ¡Gloria!, vida sin fin será,
¡Gloria! ¡Gloria!, plena salud habrá,
¡Gloria! ¡Gloria!, no habrá más dolor,
¡Gloria! ¡Gloria!, vuelve el Salvador.
Fieles y leales nos debe hallar,
Si él viniera hoy;
Todos velando sin dormitar,
Si él viniera hoy.
Aunque la hora feliz no sé,
De ese gran día el albor se ve;
Puede que cerca el Maestro esté,
¡Puede que sea hoy!
234
Los años pronto van pasando,
El afán se acabará:
El día alegre está llegando,
Jesucristo volverá.
Viene, viene,
Pronto viene el Señor.
A llevar los redimidos
Volverá el buen Pastor.
Los rescató por muerte suya,
Cuando en la cruz sufrió:
Les viene a dar la gloria eterna
Que su Padre Dios le dio.
Viene, viene,
Pronto viene el Señor.
Esperanza del creyente
Es Jesús su Salvador.
El Rey de reyes, Jesucristo,
Diademas ceñirá,
Y a premiar los fieles viene,
La corona les dará.
Viene, viene,
Pronto viene el Señor.
Reinarán con Jesucristo
Los que sirven al Señor.
235
Mi Redentor, el Rey de gloria,
Que vive, yo seguro estoy,
Y da coronas de victoria:
A recibir la mía voy.
Que permanezca, no pidáis,
Entre el bullicio y el vaivén:
El mundo alegre hoy dejara,
Aun cuando fuese algún Edén;
La cita nada más aguardo,
Que el Rey me diga: Hijo ven.
En mi Señor Jesús confío,
Su sangre habla a mi favor;
Es dueño él de mi albedrío:
Estar con él es lo mejor.
De tanto amor me maravillo
Y no me canso de pensar
Que me libró de mi peligro,
Sufriendo todo en mi lugar.
Consuélome en su larga ausencia
Pensando: pronto volverá,
Y entonces su gloriosa herencia
A cada fiel Jesús dará.
236
Meditad en que hay un hogar,
En la margen del río de luz,
Donde van para siempre a gozar
Los creyentes en Cristo Jesús.
Más allá, — meditad en que hay un hogar,
Más allá, — en la margen del río de luz.
Meditad en que amigos tenéis,
De los cuales marchamos en pos,
Y pensad que a su lado estaréis
En el alto palacio de Dios.
En que vuelve Jesús, meditad,
Sus promesas cumplidas serán;
En su hogar que prepara, pensad
Donde no hay temores ni afán.
Meditad en que un día estaréis
Ante Cristo, en su gran tribunal;
Vuestras obras probadas veréis:
¡Sed pues fieles, sí, hasta el final!
237
Un poco más, Jesús vendrá,
Y el creyente le verá:
Él llamará a su iglesia fiel
Y subirá a estar con él.
Oh sí, vendrá, el Príncipe Pastor,
Y para siempre estaremos con el Señor.
Un poco más, Jesús vendrá;
El llanto y lloro acabará,
Su iglesia exclama con fervor:
Ven pronto, ven, oh Salvador.
Vendrán también en su vergel
Los santos que han dormido en él.
Dichoso día de reunión:
¡Ya no habrá separación!
238
Muy fiel promesa nos dio el Señor,
Quien por nosotros murió en la cruz;
Pronto vendrá rodeado de luz,
Fiel la promesa que Cristo nos dio.
Sí, él vendrá, no tardará,
Pronto vendrá, nos llevará,
Cuando regrese del cielo el Señor,
Nos llevará al país del amor.
239
La lucha un día acabará,
Y del descanso gozaré,
En gloria do Jesús está
Su grande amor disfrutaré.
— Su voz, entonces oiré,
Y cara a cara le veré.
Mi cuerpo, ahora terrenal,
Cual el de mi Señor será;
Ya libre de flaqueza y mal,
Con Dios por siempre se verá.
En la celeste reunión
De redimidos en la luz,
Tendré mi parte, en comunión
Con los ya salvos por la cruz.
240
Sol de mi ser, mi Salvador,
Contigo vivo sin temor;
No quieras esconder jamás
De mí, la gloria de tu faz.
Conmigo queda cada día,
Pues eres tú la vida mía;
Conmigo, cuando noche sea,
La luz de tu presencia vea.
241
No habrá sombras en el valle de la muerte
Cuando cese de la vida el batallar,
Y escuchemos del Señor el llamamiento
Ya llevándonos con él a descansar.
Sombras, nada de sombras,
Al dejar el mundo de dolor.
Sombras, nada de sombras,
Cuando al cielo llegue el vencedor.
Al dejarnos los que amamos, no habrá sombras
Si su fe depositaron en Jesús,
Porque irán para vivir por las edades
Con quien quiso redimirlos en la cruz.
Cuando venga por los suyos, no habrá sombras,
Pues su gloria y majestad las destruirán,
Y las huestes redimidas, con gran gozo
A las célicas moradas entrarán.
242
Ciudad de eterna luz,
¡Qué esperanza en ti!
Pues por el Señor Jesús
Viviremos allí.
En aquella ciudad
No hay penas ni maldad;
Todo es luz y santidad,
No hay noche allí.
Ciudad de eterna paz,
¡Qué consuelo en ti!
No sufrir dolor jamás;
Vivir siempre allí.
243
Cristo que vino mi alma a salvar,
Hoy en el cielo prepara lugar;
Antes de ir dijo: No os turbéis,
He de venir otra vez.
Viene otra vez — para llevarme a su buen hogar.
Viene otra vez — el que por mí vino ya.
Ved en la tierra, los aires y el mar
Grandes señales cumpliéndose ya,
Todo indicando que pronto vendrá
Nuestro glorioso Señor.
244
En presencia estar de Cristo,
Ver su rostro, ¿qué será?
Pues al fin en pleno gozo
Mi alma le contemplará.
¡Cara a cara espero verle
Más allá del cielo azul,
Cara a cara, en plena gloria,
He de ver a mi Señor!
Sólo tras oscuro velo
Hoy lo puedo aquí mirar,
Mas ya pronto viene el día
Que su gloria ha de mostrar.
Cuánto gozo habrá con Cristo
Cuando no haya más dolor,
Cuando cesen los peligros
Y ya estemos en su amor.
Cara a cara, ¡cuán glorioso
Ha de ser así vivir!
Ver el rostro del que quiso
Nuestras almas redimir.
245
Jesús es mi pastor, conmigo está,
Nada, con mi Señor, me faltará;
En él confiaré de todo corazón,
Y por él venceré la tentación.
Él es mi dulce luz, mi salvación;
En su sangrienta cruz logré perdón:
Allí por mí murió; por mí, vil pecador;
Mis culpas él pagó. ¡Gloria al Señor!
Dame, bendito Dios, por caridad,
Que siempre vaya en pos de la verdad;
Quiero tu bien gozar, vivir contigo en paz,
Y luego adorar tu santa faz.
246
¡Amor que no me dejas nunca!
Mi alma halló descanso en ti.
Deseo dar a ti mi vida,
A ti de quien la recibí,
Y para ti vivir.
¡Oh luz, que siempre me iluminas!
Por ti a Dios yo puedo ver,
Y ya que luz celeste brilla
No puedo otra apetecer,
Sino la luz de Dios.
¡Oh gozo, que mi ser inundas!
¡Qué penas quita tu poder!
Tras la tormenta el arco veo,
Y el mañana, yo lo sé,
Sin lágrimas será.
¡Oh cruz!, levantas tú mi frente,
Alientas tú mi corazón
La sangre por Jesús vertida
Garantizó mi salvación,
Y diome paz con Dios.
247
¡Qué maravilla de gracia!
Cristo murió por mí,
Y con perfecta eficacia
Logró salvarme allí en la dura cruz:
Luego subió a la gloria,
Do vive para mí;
Vida en abundancia
Disfruto en él así.
248
Confiaré en Cristo siempre,
Mi sostén y guía es él;
En las pruebas y placeres,
Es mi compañero fiel.
Él es digno de confianza
Y de toda mi lealtad;
Le aguardo para ir con él
A gozar la eternidad.
249
De Jesús el nombre guarda,
Heredero del afán;
Dulce hará tu copa amarga,
Tus pesares cesarán.
Suave luz, manantial de esperanza, fe y amor;
Sumo bien celestial es Jesús el Salvador.
De Jesús el nombre estima;
Que te sirva de broquel:
Alma débil, combatida,
Hallarás asilo en él.
De Jesús el nombre ensalza,
Cuyo sin igual poder
Del sepulcro nos levanta,
Renovando nuestro ser.
250
Voy contemplando por fe a Jesús;
Él me salvó, él me salvó.
Toda mi carga llevó en la cruz,
Cristo Jesús me salvó.
Causa de gozo y base de paz,
Él me salvó, él me salvó.
Es de mi alma constante solaz,
Cristo Jesús me salvó.
Toda mi vida yo confesaré:
Él me salvó, él me salvó.
Y en la gloria feliz cantaré:
Sólo Jesús me salvó.
Hoy en el trono de gracia está
Quien me salvó, quien me salvó.
Nunca mi causa abandonará
Quien en la cruz me salvó.
Es mi consuelo que vive por mí
Quien me salvó, quien me salvó;
Gozo me da contemplarle allí,
Quien en la cruz me salvó.
Dentro de poco del cielo vendrá
Mi Salvador, mi Salvador.
Y en su presencia mi canto será
Sólo de mi Salvador.
Él me espera en casa de Dios,
Mi Salvador, mi Salvador.
Ansio oír del arcángel la voz:
Helo, tu buen Salvador.
251
Rey victorioso, Príncipe de amor,
Tuya es la gloria, tuyo el honor.
Tú nos redimiste de la maldición,
Tú nos otorgaste plena salvación.
Rey victorioso, Príncipe de amor,
Tuya es la gloria, tuyo el honor.
Señor, recibe nuestra adoración;
Tuya es nuestra vida, nuestro corazón.
Todo lo que somos, todo nuestro haber,
Nuestro es por gracia: grande es tu merced.
Te esperamos, ven, Señor, sí, ven
A premiar tu iglesia que te ha sido fiel;
Por tu sangre limpia, salva por tu cruz,
Clama hoy, ferviente: “Ven, Señor Jesús.”